Henry Serrano: “El arte como resistencia y memoria desde Valparaíso”

Un diálogo profundo con el artista y curador porteño sobre su obra, el territorio y nueva edición de la Bienal Internacional de Artes de Valparaíso.

Henry Serrano es una de las voces más singulares del arte contemporáneo chileno: artista visual, investigador y curador cuya obra ha expandido por décadas los límites de cómo entendemos el espacio, la memoria, el poder y la resistencia. Nacido en Viña del Mar, pertenece a una generación clave para la renovación estética del país. Su trabajo —desplegado en esculturas, instalaciones y entornos— se mueve entre lo arquitectónico y lo mental, lo íntimo y lo público, siempre desde una mirada crítica que revela estructuras invisibles y activa nuevas formas de habitar el mundo.

Conversamos con él en Valparaíso, ciudad donde mantiene su taller y donde ejerció durante muchos años como profesor en la Escuela de Bellas Artes. Su trayectoria incluye estudios en Santiago, Buenos Aires, París y Nueva York; exposiciones en Chile, Argentina, Brasil, Francia, Inglaterra, Estados Unidos, Holanda, Japón y España; y el reconocimiento constante a su práctica. Serrano es además miembro del grupo internacional de arte experimental contemporáneo Scale y secretario de la Asociación Internacional de Críticos de Arte (AICA) de la UNESCO.

Actualmente, lidera la reactivación de la Bienal Internacional de Artes de Valparaíso, un proyecto que, bajo su visión, busca reconectar la ciudad con su vocación de vanguardia y abrir un nuevo ciclo para el arte y la ciudadanía.

La Bienal de Artes de Valparaíso tiene una historia emblemática en Chile. ¿Qué ha significado para ti asumir su reactivación y qué lugar ocupa hoy dentro del ecosistema cultural de la ciudad?

«Liderar la reactivación de la Bienal Internacional de Artes de Valparaíso ha sido un desafío que requiere voluntad, sensibilidad y comprensión de las fuerzas que intervienen en un proyecto de esta magnitud. La bienal trasciende lo artístico: es una herramienta de desarrollo e innovación para la ciudad. Para mí, ha significado reconectar con la memoria viva de Valparaíso y reposicionarla como un referente internacional de arte y creatividad.

Hoy, la Bienal ocupa un rol central en el ecosistema cultural local, articulándose con instrumentos como el Plan Municipal de Cultura, el Plan de Gestión del Sitio Patrimonio Mundial y el Plan Estratégico Regional. No funciona como un evento aislado, sino como una política cultural de largo alcance, capaz de activar industrias creativas, generar empleo y dinamizar sectores como arte, diseño, mediación, fotografía, hotelería, gastronomía y comercio local».

En este sentido, las bienales suelen ser plataformas para el pensamiento crítico y la acción. ¿Cómo se expresa esto en la Bienal Internacional de Artes de Valparaíso y qué tipo de experiencias buscan promover?

«En Valparaíso, el arte y los derechos a la ciudad se entrelazan como pilares de una estrategia de desarrollo sostenible. Las prácticas artísticas activan memorias, visibilizan comunidades y resignifican el paisaje urbano. A través de intervenciones creativas, festivales, arte público y mediación cultural, fortalecemos el tejido social y democratizamos el acceso a la cultura, promoviendo una ciudad más inclusiva, crítica y resiliente.

Una bienal conectada con las industrias creativas es un motor que dinamiza la economía local, impulsa el turismo sostenible, potencia la educación artística y fomenta la colaboración entre artistas, gestores y comunidades. En la próxima edición —guiada por el concepto de “Derecho a la Ciudad”— trabajamos con tres ejes transversales: Convivencialidad, Arte y Espacio Público, y Archivo y Memoria.

Los formatos van más allá de la exposición tradicional: residencias artísticas, simposios de escultura site-specific, jardines efímeros como “Valparaíso Florece”, paseos de memoria y programas de mediación como la “Bienal Niñeces”. Cada propuesta busca generar encuentro, diálogo y co-creación con la comunidad».

Henry, tú has trabajado con el concepto de “espacio” en múltiples dimensiones. ¿Cómo dialoga esta mirada con la propuesta curatorial de la Bienal y con el territorio porteño?

«El concepto de “espacio” es el corazón de la propuesta curatorial entendida bajo el “Derecho a la Ciudad”. En un territorio quebrado, portuario y patrimonial como Valparaíso, trabajar el espacio implica intervenir plazas, cerros, pasivos urbanos y también reactivar significados simbólicos y políticos.

Proyectos como “Hitos de Memoria Viva” o el “Simposio de Escultura” buscan cuestionar la fragmentación urbana, resignificar los espacios cotidianos y proponer nuevas formas de habitar la ciudad desde el arte. Hoy existe una clase política que ha comprendido que la restitución de una bienal forma parte del ejercicio crítico institucional y de la construcción de ciudadanía».

Valparaíso posee una identidad artística fuerte, pero también tensiones patrimoniales y sociales. ¿Cómo puede la Bienal contribuir a reimaginar la relación entre arte, comunidad y ciudad?

«La Bienal actúa como un mediador crítico entre arte, comunidad y ciudad. A través de iniciativas como “Valparaíso Florece” o “Bienal Niñeces” generamos procesos de restitución material y simbólica del espacio público, fortaleciendo identidades locales y cohesión comunitaria.

Los ejes de Convivencialidad y Memoria permiten abordar tensiones históricas, reconocer diversidades y construir narrativas compartidas con comunidades originarias, organizaciones territoriales y actores locales. Desde el arte y la cultura promovemos modelos de innovación social y bienestar común».

También, en tu obra has explorado ideas de resistencia y poder. ¿Cómo se expresan estas reflexiones en el contexto actual del país y en esta edición de la Bienal?

«En un Chile que redefine lo público y demanda derechos culturales, la Bienal se plantea como un acto de resistencia creativa. Es una oportunidad para impulsar proyectos de alto impacto comunitario y legado permanente. En esta edición, el arte opera como ejercicio del derecho a la ciudad: disputando sentidos y manteniendo viva la capacidad de imaginar futuros más justos y bellos, incluso en escenarios de escasez.

Si logramos que el derecho a la ciudad incluya disfrutar el canto de los pájaros con la misma legitimidad con que disfrutamos una obra de arte, habremos aportado a recomponer modelos de convivencialidad tan propios de Valparaíso: coexistir en diversidad con armonía».

Cuéntanos, ¿cuándo se va a llevar a cabo la próxima Bienal y cuáles serán sus principales desafíos?

«La XIII Bienal Internacional de Artes de Valparaíso se realizará durante el último trimestre de 2026, con una etapa de cierre y evaluación que se extenderá hasta marzo de 2027. Su concepto central será el “Derecho a la Ciudad”, acompañado de los ejes Arte y Espacio Público, Archivo y Memoria, y Convivencialidad.

Los desafíos principales incluyen priorizar proyectos emblemáticos y consolidar alianzas estratégicas con instituciones públicas, privadas y comunitarias. Es una oportunidad para recomponer vínculos y fortalecer capacidades locales al servicio del bienestar de la ciudad».

Y mirando hacia el futuro, ¿cuál es tu visión a largo plazo para este evento?

«Hoy contamos con una autoridad comunal sensible y con visión de futuro, lo que permite proyectar un camino auspicioso. Mi sueño es que la Bienal se consolide como un programa público permanente: una política cultural estable, escalable y con financiamiento multisectorial.

Aspiro a que sea un laboratorio de arte y ciudadanía, un referente internacional de bienal territorial y comunitaria, capaz de poner en valor la memoria, el espacio público y la creatividad local como motores de transformación social. Que Valparaíso vuelva a ocupar su lugar natural: una ciudad de vanguardia para el mundo».

Entrevista realizada por Valparaíso Creativo.

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