Con el apoyo de Valparaíso Creativo, el Centro de Investigación Teatro La Peste está liderando un plan de acompañamiento y formación para fortalecer la movilidad internacional de compañías de teatro de la región.
Tras 25 años de trayectoria, el Centro de Investigación Teatro La Peste consolida un trabajo sostenido en Valparaíso que combina creación, gestión, formación y reflexión sobre el ecosistema teatral local. Bajo la premisa “Valparaíso tiene algo que decir al mundo”, está impulsando un plan estratégico que busca enfrentar brechas persistentes: bajo nivel de exportación del teatro chileno, escaso conocimiento de los circuitos internacionales de programación y falta de herramientas técnicas y comunicacionales para responder a estándares globales.
El proyecto —cofinanciado por Valparaíso Creativo— implementa un proceso de acompañamiento, fomento y formación en internacionalización para siete compañías de la Región de Valparaíso, con una meta concreta: construir materiales profesionales, levantar una agenda de exportación y avanzar hacia un núcleo/marca local que represente al teatro de Valparaíso en el exterior.
Las compañías que participan de este proceso de formación son: Compañía de Payasos y Títeres “Entre Gatos”, Cooperativa Teatral, Festín de la Risa, Desastre Teatro, Astillero Teatro, Compañía La Coraje y Experiencia Humana.
Conversamos con Gabriela Arancibia, integrante de La Peste; y Horacio Pérez, curador, productor y relator del taller “Estrategias para la internacionalización de Artes Escénicas”, que se está realizando este mes de diciembre en Valparaíso.
Gabriela Arancibia. Actriz, gestora cultural y productora general del Centro de Investigación Teatro La Peste
Gabriela Arancibia forma parte de Teatro La Peste desde sus inicios. Actriz de formación y con estudios en gestión cultural, ha sido clave en la consolidación del trabajo de la compañía desde el ámbito de la producción y la gestión, áreas que, hace 25 años, aún no estaban plenamente reconocidas dentro del quehacer teatral. Actualmente, además de su rol en La Peste, se desempeña como programadora y productora de las salas escénicas de la Universidad de Playa Ancha, articulando redes con el teatro nacional e internacional.
Desde esa experiencia, reflexiona sobre el estado del teatro regional, las brechas que enfrenta y la necesidad de pensar colectivamente su proyección hacia otros territorios.

—Mirando estos 25 años de trayectoria, ¿cómo ha sido tu recorrido dentro de Teatro La Peste y qué lugar ocupa hoy la gestión dentro del trabajo de la compañía?
“Yo estoy en la compañía desde el principio. Al inicio me invitan desde el rol de la producción, aunque en ese tiempo ese rol no estaba tan definido. Existía mucho la lógica de los colectivos, de la cocreación, donde todos hacían un poco de todo. Pero como compañía, y también por nuestra relación con la escena de Santiago, entendimos temprano que la producción y la gestión eran fundamentales para sostener un proyecto artístico en el tiempo. Desde ahí asumí la producción general.
La producción fue muy intuitiva al comienzo y luego vino la necesidad de formarse: contabilidad, gestión administrativa, planificación. En estos años también he trabajado en festivales, en programación de salas y en la vinculación con el teatro nacional e internacional. Todo eso me ha dado una mirada amplia sobre cómo funciona el ecosistema escénico y desde ahí hemos ido ampliando las áreas de trabajo de la compañía: creación, formación, gestión y ahora internacionalización.”
—¿En qué momento surge la inquietud por abordar de manera más sistemática la internacionalización del teatro regional?
“La internacionalización siempre estuvo presente, pero de forma más bien autogestionada e intuitiva. Cuando aparece la oportunidad de Valparaíso Creativo, sentí que era una posibilidad real de desarrollar un área que me interesa mucho como profesional y, al mismo tiempo, de perfeccionar una dimensión que era necesaria no solo para La Peste, sino para otras compañías de la región.”
—Desde tu experiencia, ¿cómo describirías hoy el estado del teatro en la Región de Valparaíso?
“Creo que uno de los organismos vitales para el desarrollo escénico de una región son las compañías que logran permanecer en el tiempo. Eso permite desarrollar un lenguaje, una mirada política, un estilo y también especializaciones internas. Hoy en la región hay mucha diversidad: compañías que trabajan en educación, en teatro familiar, en objetos, en propuestas transdisciplinares.
Ha habido avances importantes: más escuelas, más salas, institucionalidad cultural. Pero siguen existiendo brechas muy grandes, sobre todo en términos de redes de gestión y circulación. A veces incluso cuesta circular dentro de Chile. La nacionalización sigue siendo una etapa clave antes de pensar en salir al extranjero.”
—¿Cómo influye el contexto regional en esa dificultad para circular?
“Somos muchas compañías y hay pocas salas con circulación intensa. Además, muchos espacios culturales tienen programaciones diversas, no exclusivamente escénicas. Eso hace que los procesos sean cortos, que una obra esté un fin de semana y luego se desarme. Frente a eso han surgido espacios alternativos y comunitarios, lo que es muy valioso, pero sigue siendo necesario un apoyo institucional más sólido para sostener procesos largos.”
—En términos de públicos, ¿qué desafíos identificas?
“El teatro siempre compite con todo: crisis económicas, contingencia, problemas de transporte. Es una fibra frágil del tejido social. Hay público, pero muchas veces es el mismo. El desafío es generar espacios territoriales y comunitarios que permitan diversificar audiencias y entender que no todas las programaciones apuntan a las mismas personas.”
—¿Qué aprendizajes centrales están trabajando con las compañías en este proceso de formación?
“Uno clave es entender a quién te enfrentas: investigar festivales, programadores, circuitos. No todo sirve para todos los espacios. También la perseverancia: nada de lo que hemos logrado ha sido inmediato. La porfía bien entendida es parte del desarrollo profesional.
Otro aprendizaje es reconocer la particularidad de cada compañía, su identidad, su nicho, y entender que la circulación comienza por lo nacional: postular, asistir a ferias, insistir. No hay recetas, pero sí caminos posibles.”
—¿Qué dejará este proyecto para las compañías participantes?
“Dejará herramientas conceptuales, pero también productos muy concretos: pitch grabados y traducidos, materiales online y físicos, y una agenda de exportación. La idea es conformar un núcleo de compañías que puedan representarse colectivamente y abrir diálogos con programadores y festivales.”
—Finalmente, ¿qué has percibido en las compañías que participan del taller?
“Ha sido muy bien recibido. Hay ganas de ampliar fronteras, pero también conciencia de que no es un camino fácil. Se ha abierto un espacio reflexivo colectivo, un ‘nosotros’ que fortalece. Hay luchas que no se pueden dar en soledad.”
Horacio Pérez. Curador y productor de artes escénicas, especialista en internacionalización.
Horacio Pérez es curador y productor de artes escénicas. Desde hace más de ocho años trabaja de manera especializada en procesos de internacionalización, articulando redes entre compañías, festivales y espacios culturales en Chile y el extranjero. Fue parte del equipo organizador de “Platea”, el encuentro profesional del Festival Teatro a Mil, y ha acompañado giras internacionales de compañías como Bonobo, Teatro La María y Teatro Anónimo, además de la coreógrafa uruguaya Tamara Cubas. Actualmente colabora con diversas organizaciones culturales, compartiendo herramientas y metodologías para la proyección internacional de las artes escénicas.

—Desde tu experiencia, ¿por qué la internacionalización se vuelve hoy una dimensión clave para las artes escénicas chilenas?
“La internacionalización aparece hoy como una posibilidad muy concreta para mostrar nuestro trabajo en otros territorios, llegar a nuevos públicos y también desarrollar el trabajo en condiciones profesionales que muchas veces no existen en Chile. Yo he tenido la oportunidad de girar con compañías y eso me permitió no solo conocer otros contextos culturales, sino también trabajar con estándares técnicos, artísticos y económicos muy distintos a los que tenemos acá. Esa experiencia es tremendamente enriquecedora y creo que debería estar al alcance de más artistas.”
—¿Qué aprendizajes personales te llevaron a dedicarte de lleno a este ámbito?
“Trabajar en “Platea” durante cuatro ediciones y acompañar giras internacionales de distintas compañías fue decisivo. Ahí entendí que la internacionalización no es solo viajar, sino aprender a moverse en otros circuitos, a dialogar con programadores, a entender cómo funcionan los mercados culturales. Eso me llevó a querer compartir esa experiencia con otros grupos, para que no tengan que aprender todo solo a través del error.”
—¿Cuáles dirías que son las condiciones mínimas que una compañía debe tener para proyectarse internacionalmente?
“Lo primero es profesionalizar el quehacer. Tener personalidad jurídica, pensar el trabajo a largo plazo y asumir que la internacionalización es un proceso lento. No es algo inmediato ni automático. Una vez una alumna dijo que era como una cocina a fuego lento, y estoy muy de acuerdo con eso. Los tiempos, las lógicas y las formas de proceder son distintas a las que estamos acostumbrados en Chile.”
—¿Qué errores o malentendidos son más frecuentes cuando una compañía intenta salir al extranjero?
“Uno muy común es el desconocimiento de las condiciones económicas. Muchas veces se cree que el hecho de viajar ya es suficiente, como si te estuvieran haciendo un favor. Y no es así: uno va a trabajar. No saber cuánto cobrar, no atreverse a pedir lo básico —pasajes, alojamiento, viáticos— es un error muy extendido. Eso genera desgaste y precarización.”
—En ese sentido, ¿cómo dialoga este taller con esa necesidad de profesionalización?
“El taller está pensado como un proceso integral. En la primera etapa revisamos lo que yo llamo el ciclo de la internacionalización: qué materiales necesitas cuando te enfrentas a un programador, cómo debe ser tu dossier, tu video, cómo se pone precio a una función, cómo se presenta un proyecto. Luego vemos cómo se planifica una gira, cómo se negocian contratos, cómo se organiza la logística y, finalmente, cómo se optimiza la post-gira para que genere nuevas oportunidades.”
—El proceso culmina con un pitch. ¿Por qué es tan relevante esta herramienta?
“El pitch obliga a sintetizar y comunicar con claridad. Es una presentación breve —de ocho a diez minutos— donde una compañía debe ser capaz de transmitir su proyecto sin mostrar la obra completa. Tiene que dejar interés, curiosidad, ganas. Es una herramienta muy usada en el audiovisual y cada vez más necesaria en las artes escénicas.”
—¿Qué valor tiene para ti que este proceso se realice en Valparaíso y no solo en Santiago?
“Me pareció muy importante descentralizar. Yo había hecho este taller solo en Santiago, y traerlo a Valparaíso permite abrir oportunidades en regiones, fortalecer capacidades locales y equilibrar el acceso a este tipo de conocimientos. Hay mucho talento fuera de la capital y es fundamental que existan instancias como esta.”
—¿Qué te llamó particularmente la atención del trabajo de las compañías participantes?
“Me sorprendió gratamente la claridad que tienen sobre quiénes son, qué quieren y cómo trabajan. Cada grupo tiene una identidad muy definida, propuestas diversas y una mirada profesional. Además, muchas compañías no solo crean obras, sino que generan instancias de formación, festivales y acciones paralelas. Eso habla de una visión de sostenibilidad y proyección a largo plazo.”
—Y para concluir, cuéntanos ¿qué rol juega la colaboración en este tipo de procesos?
“La colaboración es fundamental. Vivimos un momento muy complejo a nivel global y las artes no están ajenas a eso. Construir redes, compartir conocimientos y trabajar colectivamente es clave para la sostenibilidad. La internacionalización no se logra en solitario: es un proceso que se construye en conjunto y a largo plazo.”
El plan impulsado por el Centro de Investigación Teatro La Peste articula experiencia, formación y producción de herramientas concretas para abrir camino a la movilidad internacional del teatro regional. Con el cofinanciamiento de Valparaíso Creativo, y con aliados que permiten proyectar una agenda de exportación, la iniciativa busca dejar capacidades instaladas: materiales profesionales, redes estratégicas y un relato compartido para que el teatro de Valparaíso dialogue con el mundo desde su identidad, diversidad y trayectoria.




