Durante agosto dentro de los estrenos de SANFIC se exhibió “Zoila”, un largometraje de Grieta Cine. Picho García y Gabriela Pena son quienes están tras este proyecto que ya lleva dos años. Uno de ellos es de Villa Alemana y la otra de Barcelona, combinación con la que esta productora está enfrentándose al mundo hoy.

Gabriela es realizadora documental y comunicadora audiovisual, y Picho cineasta. Fue durante la grabación del primer trabajo de ella que se conocieron y empezaron a trabajar juntos.

Ambos han estado más ligados a la industria audiovisual. Pero con Grieta proponen una mirada afectiva que han ido desarrollando: “Fuimos madurando y pensamos podíamos conformar una productora, así fue que formalizamos antes de terminar Zoila”.

¿Cómo describen su propuesta?

-Tenemos la misión de hacer cine descentralizado. Vemos que hay una brecha muy grande con lo que pasa en Santiago y sentimos que es necesario esta postura de descentralizar y generar trabajos para nuestros compañeros y colegas, con una mirada joven, desde nuestra generación.

¿Cuáles son sus obras y en qué están trabajando actualmente?

-Primero Zoila, Entrará una brisa (por Francisca Droppelmann), otro documental de Gabriela que sería su segundo largometraje, está Salir Moon a Medianoche; y dos trabajos en búsqueda de financiamiento: Familia ❤???? y Aquí se escucha el silencio.

¿De qué trata el primer largometraje, que este año participó en SANFIC, Zoila?

-Gabriela: Zoila representa un vínculo materno-filial que se desarrolló con mi nana durante mis primeros años en Chile y luego cuando se mudó con nosotros a Barcelona. Es una película que intenta decodificar esta relación muy intensa con muchas barreras de género, clase, sociales, geográficas. Quise reconocer el rol maternal de esta persona que tuve en mi vida, visibilizando las violencias en mi estructura familiar hegemónica, desde el amor. Es una carta audiovisual.

Una de las cosas que expresan es trabajar desde los afectos, ¿pueden contar un poco más de esto?

– Nos importa hablar desde la sensibilidad y el cariño, hacer las cosas desde esa base. Nos parece bueno ver el desarmarse como una fortaleza y no como una debilidad. Es lo que ha ido cruzando nuestros proyectos: nos gusta hablar de la vida privada, de la intimidad de las personas y desde eso hacer una historia social y política que atraviesa desde la sensibilidad de las relaciones humanas. Y hacerlo con mucho respeto.

¿Cómo es la autogestión en el rubro audiovisual, como al empezar una productora?

-Trabajar en cosas artísticas es agotador. Hay que armarse de cariño para con uno y los equipos con quienes se trabaja por proyecto. Por ejemplo, encontrar un lugar en la industria, en especial en la pandemia fue una batalla. Tenemos la lucha permanente de darnos a conocer como cada productora, cuesta a veces vincularse en Valparaíso y es difícil conseguir acceso a ciertas redes.

 

Han tenido la oportunidad de participar en ferias internacionales, ¿cómo se han ido dando esas gestiones?

-Hemos ganado un fondo y participación en instancias internacionales, lo que nos ayudó y permite descentralizar a pesar de que es virtual. Participamos en las marcas sectoriales relativas a la industria y eso nos ha abierto puertas. La industria nos da la oportunidad de estar en el mapa mundial.

¿Pueden comentarme algunas de las instancias a las que han ido?

-Fuimos a Marche du Film en Cannes, Open City Documentary Festival de Londres, donde ganamos un laboratorio de desarrollo; Nuevas Miradas de la Escuela de Cine de Cuba, donde ganamos tres menciones. También en mercados de alemania, ChileDocs, y finalmente AIDC de Australia donde ganamos un premio para poder participar en el mercado de Sheffield, fue el primer proyecto chileno que estuvo en uno de esos mercados oficialmente seleccionado, lo que es un hito. Actualmente Picho y Gabriela están esperando participar en FICALI (Colombia) en noviembre y continuar desarrollando sus proyectos, muchos de los cuales están en espera de su financiamiento. Si quieres saber más de ellos, contáctalos en su sitio web.