Arquitectos impulsan la recuperación del patrimonio de Valparaíso desde el rescate de sus raíces

Desde Cerro Alegre hasta el Barrio Puerto, arquitectos lideran proyectos que combinan turismo, sostenibilidad y patrimonio. Una mirada contemporánea que busca reactivar el corazón histórico de Valparaíso y proyectar su desarrollo desde la identidad y la colaboración.

Entre cerros, escaleras y fachadas centenarias, Valparaíso sigue siendo un laboratorio vivo para la arquitectura, la restauración y la gestión patrimonial. En este escenario, proyectos como Hotel Fauna, El Internado y Emporio Echaurren se han convertido en referentes de una nueva forma de intervenir la ciudad: con respeto por la historia, visión contemporánea y una vocación profunda por reactivar el tejido urbano.

Conversamos con Jaime Rodillo, socio de Fantuzzi & Rodillo Arquitectos, y Tomás Elizalde, restaurador —ambos socios de Fauna, El Internado y Emporio Echaurren— sobre los inicios de esta aventura, los aprendizajes del oficio y los desafíos que enfrentan hoy quienes apuestan por recuperar Valparaíso.

De la circunstancia al sentido de pertenencia

La historia de Fauna en Cerro Alegre marcó el inicio de la relación profunda de este grupo de profesionales con el patrimonio porteño. Según relata Jaime Rodillo, fue un camino inesperado. «Llegamos a Valparaíso con la idea de un proyecto turístico, y buscando, dimos con Cerro Alegre. Fuimos adquiriendo expertise en esa área y, de a poco, se nos fue dando. Sin buscarlo, se fue armando un portafolio de obras relacionadas con el turismo y la recuperación patrimonial«.

Para el restaurador Tomás Elizalde, el encuentro con Valparaíso fue un «chispazo» que se transformó en asombro y, finalmente, en una identidad. «Fue bastante casual, la marea nos arrastró a Valparaíso y ahí se abrió este universo», recuerda. Su trabajo en la restauración le otorgó una comprensión íntima de las construcciones. «Cuando te enfrentas a un lugar, tienes que empezar a develar todas sus capas para repararlas. Ahí uno empieza a dimensionar el recorrido que hacían las piezas para llegar aquí, y eso te lleva a generar una empatía distinta con el patrimonio”.

Elizalde, quien recientemente presentó su libro «Espejo Retrovisor» en Barcelona, confiesa que fue en la Ciudad Puerto donde encontró el arraigo que no tuvo en otros lugares: «Yo no tengo un sentido de pertenencia mayor con Santiago, pero acá en Valparaíso sí lo encontré. Este es mi lugar».

Además de Fauna, El Internado y Emporio Echaurren -que también administran- la oficina de arquitectura Fantuzzi & Rodillo Arquitectos ha realizado diferentes trabajos de restauración y rehabilitación en Valparaíso, entre los que destacan: Maleza Restaurante, Malandrino, Giardino Malandrino y Hotel Augusta. «No solo proyectamos: gestionamos, financiamos, tramitamos, construimos, diseñamos mobiliario e iluminación. Además, montamos una maestranza en Santa Elena para prefabricados», comenta Rodillo. Esto les ha permitido construir una base operativa robusta en la ciudad. «En general, la base es acá en Valpo y los trabajos están acá en Valpo y también en otras ciudades -como San Pedro de Atacama o Pucón-. Si bien hacemos restauración y rehabilitación, también abordamos obras nuevas; pero de lo que más nos llega pega a la oficina, es lo relacionado con esta ciudad y el turismo”.

Valoración patrimonial y arquitectónica

Si bien el auge de los hoteles boutique y los restaurantes revitalizaron cerros como Alegre y Concepción, Tomás tiene una mirada crítica sobre cómo se ha intervenido el patrimonio en general, señalando una brecha en la educación y la valoración arquitectónica.

«Yo soy crítico. Siento que hay una subvaloración del patrimonio y de la forma de trabajarlo. La falta de conocimiento técnico tiene consecuencias directas en la habitabilidad de las viviendas porteñas. Elizalde, experto en técnicas vernaculares, lamenta la ignorancia en torno a materiales propios de este territorio y de su idiosincrasia ancestral:

«Hay una desvalorización muy grande respecto al barro, que es un aislante, lejos el mejor para mí. He sido testigo porque yo reciclo el barro de las casas y prácticamente todos lo botan. Es un material súper noble, súper dúctil y que tiene unos resultados increíbles. Hay un tema también de educación.»

Una visión país para un activo universal

Al reflexionar sobre el turismo, Jaime mantiene una perspectiva optimista sobre el futuro de la ciudad, pero exige una responsabilidad colectiva que trasciende las fronteras comunales. «Soy optimista respecto al futuro de Valpo. El patrimonio es un activo que, independiente del alcalde o de la gestión que venga, no se pierde de un año para otro. El valor que tiene y el reconocimiento de los valores de parte de todo el mundo son transversales. Hay un potencial enorme para que esta ciudad tire para arriba».

Rodillo enfatiza que el problema es estructural, no solo local. «Nosotros como chilenos, tenemos que saber reconocer el valor de Valparaíso y de todas las cosas que son patrimoniales, y tenemos que saber hacernos cargo. Creo que en eso hemos fallado como país”.

Elizalde coincide, al señalar que la revitalización de Valparaíso debe ser una «visión país». «Lo que pasa es que aquí hay un potencial enorme, pero tiene que ser una visión país, no municipal”. Para Tomás, el valor real no es la materia, sino el concepto: «El patrimonio no es la casa en sí, no es el elemento constructivo en sí, sino lo que simboliza la identidad y lo que representa para su contexto social y cultural«.

El desafío: repoblar el centro fundacional

Enfrentando los desafíos futuros, han puesto la mirada en la zona fundacional que concentra la mayor paradoja de la ciudad: el Barrio Puerto .

«El Barrio Puerto, que es el centro fundacional de Valparaíso, es probablemente uno de los centros históricos patrimoniales urbanos construidos más importantes de Chile, y es probablemente uno de los que está en peores condiciones «, declara Rodillo.

El equipo ve esto como una oportunidad económica y social urgente, que podría ser el catalizador del desarrollo: «Se sabe que el turismo es un motor de desarrollo, de generación de empleo, de oportunidades. Si como ciudadanos sabemos tomar en serio el turismo y el patrimonio, podemos activar esta industria«, asegura Rodillo.

El proyecto es ambicioso: crear un plan de repoblamiento del Barrio Puerto . «Tenemos un catastro hecho, estamos buscando alternativas de financiamiento, y nos gustaría poder desarrollarlo en conjunto con más oficinas de arquitectura para que haya una relación de renovación y recuperación«.

Esta iniciativa privada, esperan, debe estar acompañada de proyectos públicos de gran escala. «Ojalá que venga acompañado de iniciativas públicas como la reapertura completa del Mercado Puerto, que vuelva a ser una infraestructura de carácter metropolitano, capaz de atraer gente de toda la región, como era antes», concluye Jaime. La unión de una visión audaz con una gestión eficiente parece ser la única llave para revitalizar el corazón de Valparaíso.

Epílogo: la urgencia del relato y la visión de especialidad

La clave para la ciudad pasa por comprender su valor intrínseco, ligándolo a una tremenda oportunidad económica si se gestiona con visión, finaliza Elizalde.

«Creo que hay una tremenda oportunidad para una ciudad como ésta, tan llena de virtudes y de un acervo cultural que le da una profundidad aún mayor; el relato es esencial para entender el contexto, del cual no puede ser escindido,» afirma Elizalde. Insiste en que cualquier intervención debe ir en concordancia con «realzar su carácter identitario, simbólico y estético, como parte de un conjunto y no como un elemento aislado». Al poner en evidencia esta singularidad, se genera la valoración necesaria para actuar, pero advierte: «Una ciudad patrimonial es un lugar frágil, que debe abordarse con sutileza, dedicación y visión; intervenciones mal proyectadas, pueden generar un deterioro progresivo y un daño irrevocable

Tomás Elizalde proyecta que una gestión patrimonial exitosa, liderada por una alianza público-privada con reglas claras, trae consigo múltiples beneficios económicos que van más allá del simple hospedaje. La renovación genera un «encadenamiento productivo que se ramifica a múltiples áreas; se desarrolla tecnicismo y especialidades, y se fortalece el relato». Esto, a su vez, impulsa un «turismo de especialidad, consciente, auténtico, y respetuoso». Y, como broche de oro, el restaurador apunta a un ejemplo internacional de renovación urbana-costera: «De ahí la importancia de la apertura del borde costero. Barcelona es un buen ejemplo de aquello.»

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