Daniel Marceli es un muralista con más de 20 años de trayectoria en el arte urbano. Desde Valparaíso, ciudad donde ha vivido gran parte de su vida, ha desarrollado una obra que dialoga con el entorno y rescata la identidad local. Su icónica “Ruta de las Ballenas” y su trabajo en proyectos como Valparaíso en Colores han posicionado su nombre dentro de la escena del muralismo en Chile.
Ha logrado construir un lenguaje visual propio dentro del muralismo chileno. Su trabajo no solo transforma muros y el paisaje urbano, sino que cuenta historias, genera identidad y propone nuevas formas de interacción con el espacio público.
Actualmente Daniel activó Yene Art Gallery, un espacio ubicado en Pasaje Dimalow dedicado a la difusión y visibilización de artistas urbanos nacionales e internacionales, desde donde está generando eventos, activaciones, muestras y también actividades en vivo de muralismo, al mismo tiempo que lanzamientos. Con su nueva galería y su incansable búsqueda de nuevos formatos, sigue demostrando que el arte urbano es un movimiento que transforma ciudades y comunidades.

Además de su labor artística, ha participado activamente en iniciativas de intervención urbana y activación de espacios públicos, generando redes con otros muralistas y promoviendo el reconocimiento del arte urbano como parte del patrimonio cultural de la ciudad. Conversamos con él sobre su carrera, sus motivaciones y su nueva galería, con la que busca potenciar el arte urbano como un espacio de encuentro y expresión.
Los diversos rumbos del graffiti
—Daniel, ¿cómo iniciaste en el muralismo?
“Partí en el mundo del graffiti a finales de los 90, cuando la cultura hip-hop era muy fuerte. No cantaba ni bailaba, pero dibujaba, y eso me llevó a la pintura mural. En Concepción vi un graffiti que me marcó, y desde ahí no paré. Fue en la calle donde aprendí técnicas y conocí a otros artistas que, al igual que yo, buscaban expresarse en los muros. No había muchas oportunidades formales de formación, así que el aprendizaje era colaborativo, viendo lo que hacían otros y probando nuevas técnicas en cada muro”.
—Valparaíso es una ciudad que ha sido cuna de muchos muralistas reconocidos. ¿Cómo fue crecer artísticamente en este entorno?
“Valparaíso siempre ha sido un referente en el arte urbano. A principios de los 2000, había un movimiento muy fuerte con exponentes que luego se internacionalizaron, como Inti. Había una efervescencia cultural, los muros se llenaban de color y significado. La ciudad es un museo abierto, y eso nos permitió a muchos desarrollarnos y proyectarnos hacia afuera. Pero también hubo momentos difíciles, con falta de espacios de exhibición y de apoyo institucional. Muchos artistas han tenido que salir del país para poder vivir de su trabajo”.

La ruta de las ballenas
—Uno de tus sellos distintivos es la representación de ballenas en tus murales. ¿De dónde surge esta conexión?
“Las ballenas han sido parte de mi historia desde la infancia. Crecí en Chiloé y Punta Arenas, donde tuve mis primeros encuentros con ellas. Pero el vínculo más fuerte se dio cuando pinté cuatro ballenas en Viña del Mar, en homenaje a mi padre, inspirado en una leyenda huilliche. Desde entonces, cada ballena que pinto tiene un propósito: educar, generar conciencia y crear un impacto visual en la ciudad. Además, las ballenas tienen un fuerte simbolismo en la cultura huilliche y en otras comunidades indígenas, donde se les asocia con la conexión entre el mundo terrenal y el espiritual”.
—La Ruta de las Ballenas se ha convertido en un hito. ¿Cómo surgió la idea?
“Se dio de manera natural. La gente empezó a reconocer mis murales de ballenas en distintos puntos y a conectar con ellos. Un día nos dimos cuenta de que se podían unir en un recorrido, un tour donde la gente no solo ve murales, sino que también aprende sobre la migración de estos cetáceos. Es una forma de turismo cultural que combina arte, historia y medioambiente. Queremos que este circuito sirva también como una manera de educar sobre la conservación marina y la importancia de proteger a estos gigantes del océano”.

Una galería para el arte urbano
—Ahora has abierto una galería en Valparaíso, Yene Art Gallery. ¿Cuál es el propósito de este espacio?
“Siempre sentí que faltaba un lugar físico para el arte urbano en la ciudad. La galería busca ser un espacio de exhibición, pero también de encuentro y producción. Aquí los artistas pueden mostrar su trabajo, conectar con el público y generar nuevas oportunidades. Además, queremos que funcione como un motor para revitalizar espacios urbanos con intervenciones artísticas. También buscamos generar instancias de formación y experimentación para nuevos talentos, porque hay mucha gente con ganas de pintar pero sin acceso a materiales ni oportunidades.
La curatoría yo creo que pasa por amigos afines, quienes claro pintan en la calle. Con quienes hemos conversado no solo pueden traer su obra, sino que también buscamos un muro y generamos una activación en vivo, buscando ocupar espacios dentro de la ciudad. Queremos armar un buen calendario de actividades para aportar desde el arte urbano”.
—¿Cómo ves el futuro del muralismo en Valparaíso?
“Creo que sigue siendo un sello de la ciudad, pero falta apoyo. Hay una gran cantidad de talento, pero no siempre existen las condiciones para que los artistas puedan vivir de su trabajo. Mi idea es contribuir a cambiar eso, generar redes, profesionalizar la escena y abrir nuevas posibilidades para quienes están comenzando. También es importante que las instituciones y el sector privado se involucren más, ya que el arte urbano es un atractivo turístico que beneficia a toda la comunidad”.
