Por: Valentinne Rudolphy

En San Antonio nos encontramos con Alejandro González, quien empezó a tocar violonchelo a los 9 años y así nació su relación con la música. “Ale” es parte de la banda Rompeola de la misma comuna, un grupo de cuatro amigos que partieron el 2019 tocando juntos. Desde entonces, no han parado.

“Para nosotros la música es algo que fluye. Hacemos lo que podemos hacer con las herramientas que tenemos y eso nos gusta”, nos cuenta en entrevista para Valparaíso Creativo.

 

¿Cuál es la historia de Rompeola?

-Subí dos canciones a YouTube que edité con un programa que estaba a mi alcance, medio regular o malo. Cuando compartí eso un amigo me dijo que probáramos hacer una banda con esos temas. Él fue quien armó la banda en sí, el bajista, Mato (Matías Pavez). Él tiene un hermano con quien también tocamos, y así se fue forjando la relación musical con Basti (Bastián Pavez) y una noche que fuimos a tocar nos encontramos con otro amigo que toca batería, el Pablo y al tiro accedió y empezamos a tocar.

 

Después de este puntapié inicial, ¿qué tipo de música se juntaron a hacer?

-Mientras hicimos las canciones estábamos en una casa con vista al mar, pero no está inspirada en él. El estilo salió de la nada, ya que teníamos gustos parecidos: el indie y la psicodelia inspirado en bandas norteamericanas. Los temas tienen más que ver con – ya que en ese tiempo yo estaba estudiando psicología – emociones y sentimientos.

 

¿Qué quieren compartir con su música?

-El concepto principal del primer disco ronda en la contención emocional, y aceptarse como ser humano con nuestra subjetividad, queremos captar la “esencia del ser”.

 

¿Es Rompeola un proyecto a tiempo completo?

Le dedicamos  harto tiempo y no se nos hace difícil, esto no lo vemos como un trabajo, sino que ganamos plata con otras cosas y nos gusta mucho.

¿Cómo se vincularon con el Sello Trigal, donde hoy tienen también a su manager, Tania Meza?

– Nosotros armamos una fecha para un 14 de febrero donde dispusimos el espacio para que la gente participara de la música. Y ese día vimos a Tania quien quedó encantada con nosotros, pero no hablamos mucho. Luego conversamos y nos invitó a tocar a un ciclo de conciertos antes de estar en el sello, y ahí nos invitaron a ser parte de.

Nos generó un antes y después. Si bien desde el inicio tuvimos mucho apoyo de nuestros amigues y conocidos como Diego Cataldo o Miguel Pontigo que nos acompañaron en los demo que tenemos. Al entrar a Trigal tuvimos de inmediato fechas, entrevistas y más, se nos hizo más fácil la gestión. Luego le pedí personalmente a Tania que fuera nuestra manager y eso nos impulsó aún más.

 

¿En qué están actualmente?

-Ahora estamos reencontrándonos nosotros mismos. Cuando pasó lo del estallido social, dejamos de trabajar en la música y nos dedicamos a marchar. La pandemia nos dejó en duda, sin saber qué hacer. Nos vimos en la necesidad de renovar los aires y hemos empezado a trabajar en el segundo disco, ya que salieron temas nuevos. Aún no grabamos el primero pues faltan detalles para grabar en estas semanas de diciembre y el disco se lanzaría muy pronto.

 

¿Qué significa para ustedes vivir en una ciudad puerto?

-Muchas bandas van a decir lo mismo: que el mar nos produce nostalgia muchas veces. Al inicio me pasaba mucho eso, pero queremos desligarnos de esa visión. Vivir acá evoca esas emociones, en especial con los atardeceres. El mar es envolvente y está presente en todas las partes donde uno se junta acá en San Antonio, siempre está ahí.

 

¿Cómo están hoy los espacios para tocar en San Antonio?

-Acá hay pocos, antes de la pandemia también, habían dos locales muy representativos para escuchar música en vivo y con buenas condiciones. Hay un público interesado en la música en vivo, pero hoy no existen muchos escenarios. Lo que sí en San Antonio hay buenas bandas y proyectos, que aún están creciendo pero con un buen nivel.

 

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