Por: Valentinne Rudolphy

Fotografías: cortesía Cristian Maturana. Isla Robinson Crusoe e Isla Alejandro Selkirk.

Cristian Maturana (44) es artista visual y si bien es de Antofagasta, vive en Valparaíso desde hace 10 años, donde se ha desarrollado como creador y docente. Actualmente, está haciendo un fondart sobre relegaciones políticas en la historia de Chile republicano. Lo que lo ha llevado por algunos de los lugares más históricos o icónicos de donde se envió a gente relegada en algún momento. Entre los territorios ha tenido que recorrer el archipiélago de Juan Fernández (a sus dos islas habitadas), a Chiloé, Pisagua, a otros pueblos de Tarapacá e Isla de Pascua, quedándole solo la Isla Dawson.

Comenzó en marzo esta aventura que lo ha llevado por varios recovecos del país, trabajando su memoria histórica. Quisimos conocer su experiencia, en especial relativa a las islas de Juan Fernández y cómo fue su visión de esta parte insular de nuestra Región.

Cuéntanos un poco más de ti, eres Artista Visual y fotógrafo, ¿cómo te has desarrollado?

– Estudié fotografía en Santiago y apenas salí entré a trabajar como fotógrafo forense en la PDI, donde estuve un año, hasta que me trasladaron al norte, en Copiapó, unos 10 años. Por temas familiares me vine a Valparaíso, renuncié y decidí quedarme, hasta que pude ir estableciéndose.

¿Qué es lo que te interesa desarrollar artísticamente?

– Hay una frase que siempre me ha marcado, que dice que la historia es un tópico demasiado interesante como para que se le deje solo a los historiadores. Ese es un punto de partida para mí, como que el ejercicio del arte debería servir para escribir historias, ya que es una síntesis o interpretación de datos, eso es lo que me interesa. En especial en un país que la historia tiene muchos vacíos, datos y personas borradas. Mi idea es tomar esto y convertirlo en objetos de arte, a modo de escribir historias. 

He ocupado la foto como parte de los procesos, pero lo que casi siempre hago son instalaciones artísticas que combinan formatos, el video me gusta mucho como insumo también. Creo que ahí se juegan varios sentidos y eso es algo que me queda corto de la fotografía.

¿Qué te llevó a hacer este proyecto?

– Es un tema muy poco explorado, que cuando yo lo escuchaba, me llamaba mucho la atención. Entendía que pocos conocían acerca de los relegados. En un tiempo estaba leyendo sobre esto y leí una crónica que decía que la relegación era la más suave de las condenas, desde ahí me interesó saber más de ésto: ¿de verdad es suave? A mí me parece aterrador que te manden lejos. Ahí, hace como tres años, empecé a gestar la idea en un viaje a Chiloé. 

En ese tiempo logré hacer unas entrevistas, contactando a una persona que había acogido relegados, lo que era de la última dictadura que tuvimos, habían testigos entonces. Ahí hablé con Norma, quien fue la primera persona que le habló a los relegados que llegaron a su territorio, lo que era muy extraño en ese momento por lo que significaba social y políticamente. Norma habló con tres relegados con quien hizo buenas migas, ella comentaba que uno de los relegados le dijo que era la única que les había hablado. Uno de ellos, también lo contacté, quien era un director de los sindicatos de agricultores de latinoamérica – algo así -, se acordaba de Norma y bueno, con ese relato, el tema me amarró.

En esa oportunidad, llegué a una residencial y pregunté si conocían del tema, ahí me derivaron a Norma y así la conocí. Investigué sin saber dónde ir, no hago el contacto antes, me gusta ir sondeando ahí mismo y eso es algo que se ha ido dando en la investigación.

¿El fin del formato del proyecto, por así decirlo, cuál sería?

– Es una obra que se va a exponer en el Parque, una instalación individual. En el ejercicio de investigar igual se me ocurrió la idea de escribir un libro, que no es de historia, sino más de crónica de estos viajes. Eso lo estoy gestionando y postulando ahora.

¿Con qué te has ido encontrando en esta investigación y territorios explorados hasta ahora?

– Algo que me descolocó pasó en Tarapacá. Pasaba que las personas relegadas eran trasladadas por los militares y eran dejadas en la Comisaría local, quienes se tenían que hacer cargo de estas personas. En los pueblos no siempre podían abordarlo, tenían que dejarlos durmiendo en la calle, era complicado y eso a los carabineros les daba compasión. Les buscaban alojamiento de personas cercanas a estas comisarías para poder vigilarlos y muchas de esas personas de confianza eran de derecha (políticamente hablando). Se generaba un vínculo muy fuerte ahí y eso me llamó mucho la atención. 

Ya que en este “lejos” que los tiraban, a los relegados, igual podían ser humanizados, no como en “el centro” de las ciudades donde eran extremistas.

Quisiera profundizar en tu experiencia con el territorio insular de la Región, ¿cómo fue tu experiencia en Juan Fernández por ejemplo? 

– Para mí fue como un sueño, es increíble. Cuando yo estaba en el colegio, estaba en la clase de historia, siempre muy distraído, pero me acuerdo que hablaron de que después del Desastre de Rancagua, la corona retoma el control de esta zona y a los que habían sido independentistas los mandan a Juan Fernández, a la isla Robinson Crusoe que se llamaba Más a Tierra en ese tiempo. Envían a relegados para allá a unas cuevas, que veía en el libro cuando era niño: quería conocer esas cuevas. Entonces cuando llegué ahora para allá este año, 30 años después, fue fascinante, ya que estaba en el territorio imaginario de esa clase.

Hay crónicas de esa relegación, una de ellas escritas por Juan Egaña, reflejando que todo este proceso no les quitaba el ánimo independentista. Juan Egaña era muy cristiano y en un momento piensa que está traicionando el cristianismo, ya que comienza a tener pensamientos violentos dada la relegación geográfica, hasta que encuentra una cueva natural, en la que sitúa a un personaje imaginario a quien le contaba sus debilidades en el cristianismo y este tipo lo devolvía a la fe. En ese viaje también fui a ese territorio imaginario, al mío y al de alguien, por lo que aluciné con el paso a la Isla.

Por otra parte, visité la Isla Selkirk, por el pirata Alejandro Selkirk, que anteriormente se llamaba Más Afuera. Estas islas son peñones, es piedra no más, crece un leve pasto. Son quebradas muy altas, con poblados muy chicos, en el caso de Selkirk es una caleta. Entonces es un gran contraste, donde por ejemplo hay muchos ingresos por la langosta, pero no hay nada (infraestructura, por la geografía), por lo que es muy pobre a la vez. Una de estas islas es todo Parque Nacional, por lo que no tienen servicios públicos, que los lleva a vivir en un anarquismo forzado donde conviven con ciertos acuerdos, pero tienen deficiencias. De hecho era muy difícil llegar y devolverse, tanto por el transporte como por el clima.

¿Cómo es Robinson Crusoe?

– Ahí hay más servicios y es muy bonito. El mar parece, escuchaba por ahí, Listerine, es que todo el paisaje es algo inédito. Son muros verticales de piedra que nacen desde el mar. Uno llega a un lado de la isla donde te transportan por mar a la parte “plana” habitable de la Isla. Ahí tienen muelles, llegan barcos, tienen una Posta grande, es distinto a Selkirk. Pero hay cosas que no funcionan allá debido a que faltan, como mencionaba, algunas instituciones e incluso autoridades, lo que genera algunos riesgos entre la comunidad. Además hay mucha infraestructura turística. 

¿Y cómo te acercaste a la historia de ese lugar?

– La historia que fui a investigar es prácticamente la historia del archipiélago, ya que no tiene poblamiento tribal, siempre fueron cárceles. En el caso de Robinson tiene más vínculo con los piratas que pasaban por ahí, pero era algo casual, no de asentamientos. Desde 1750 aproximadamente fue una cárcel y Selkirk de principios del siglo XX. La población de ahí no calificaba como extranjeros, todos tienen raíces continentales, no es como Rapa Nui. 

Hubo gente que se fue a buscar oportunidades a Juan Fernández también, en especial por el tema de la langosta que hay allá. 

¿Qué percepción te hiciste de estos territorios, que pertenecen al nuestro pero están tan lejanos en cultura y geografía?

– Bueno, hay mucho turismo en Robinson Crusoe y eso genera todo un ambiente, independiente que viven con un cierto orgullo su historia además. Hay mucha gente que habita y trabaja por temporadas ahí también, casi todos vinculados a la ciencia, al mar, a la pesca. Selkirk es muy hostil en geografía y condiciones de vida. 

También fui a Rapa Nui, pero fue una experiencia muy distinta, en cuanto a paisaje y en cuanto a la gente. Magnífico sí, ya que es otro tipo de geografía, no se parece a lo que uno ha visto antes y es un contexto sumamente diferente, donde por ejemplo no se quiere recordar la parte más triste de la historia, pero eso es para otra ocasión.

El resultado de este trabajo será exhibido en el 2014 en el Parque Cultural de Valparaíso.

Para conocer más del trabajo de Cristian, puedes revisar su página web o Instagram:

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