Desde que era muy pequeño, Camilo Carramiñana (36) identificó dos de sus grandes pasiones hasta el día de hoy: la cocina y la música. Es así como hoy se encuentra lanzando junto a Rodrigo Gentillon y Felamusic, “Flexibilidad de la forma”, un disco de jazz hecho a pulso que liberaron en plataformas digitales este 18 de marzo.

En Cerro Florida vive este saxofinista que nos cuenta su historia: “Partí cocinando muy pequeño, en tercero básico hacía pie de limón yo solo. En octavo básico ya organizaba asados”. “Después de eso me fui metiendo en la producción de eventos en Limache. Hacíamos festivales de jazz y música electrónica, cerca del 2004, algunos en Granizo también”.

Músico de profesión (del conservatorio popular de la PUCV) también estudió coctelería, lo que comenzó a ofrecer como servicio. Relata que “después me dediqué más a enseñar saxofón y a la música, tocando en eventos, pero sí ofrezco mi servicio de coctelería y desarrollé una veta en lo culinario. Por ejemplo, llevo 14 años trabajando con Hotel Casa Higueras y me he vinculado mucho con los chefs ahí”.

En su caso, música y comida se mezclan como intereses y propuesta, lo que quisimos profundizar en la presente entrevista: 

¿Cómo se fueron dando las cosas para los eventos privados que haces?

-Con toda la experiencia previa que tenía en eventos, durante la pandemia se comenzaron a abrir otras oportunidades de fusionar comida y música, empecé a participar en eventos particulares en cocktails con música, donde yo voy, cocino y toco, generando toda una experiencia.

Ahí hago que quienes vayan conmigo (guitarrista o pianista) puedan ayudarme en la cocina a montar platos o a servir, entonces son las mismas personas en lo mismo. Es una especie de show. Y esta tiene que ser música digestiva, amena, y eso es algo que tiene el saxofón cuando se toca bien.

¿Cómo definirías tu relación con la comida?

-La comida es el eje fundamental de todo. Cuando uno comparte es vital que haya algo de comer, debe estar siempre presente. Los artistas con quienes trabajo hoy confían en mí por la comida, es de lo que más me preocupo cuando trabajo con gente, cuando gestiono eventos. Con lo que haya de recursos me las ingenio para hacer algo rico. Puede no haber plata para el bolsillo, pero que los artistas coman como reyes, esa es mi idea.

¿En el día a día, cocinas mucho?

-Sí y siempre, al desayuno, a toda hora. En mis redes intento compartir todo lo que hago, siempre con jazz.

Flexibilidad de la forma

Cuéntame sobre este reciente lanzamiento

-Produje este disco de jazz que lanzamos en el club itinerante de jazz El Manicornio, que funciona con música, comida y vino cada dos semanas. El 13 de marzo nos reunimos ahí en dos funciones que fueron bien amenas.

Grabaron en tiempo récord, ¿cómo gestaron el disco?

-Resultó que con dos amigos (Felamusic y Rodrigo Gentillon), que se iban a ir de viaje en plena pandemia, decidimos conseguir los recursos para poder llevar a cabo el proyecto. Empecé a hablar con gente para reunir el dinero, pues teníamos la oportunidad de grabar en Estudio del Sur a un buen precio, que es un excelente estudio. Juntamos la plata para grabar y para mezclar el disco en Los Ángeles, Estados Unidos. Estaba determinado a grabar el material costara lo que costara.

Mucha gente nos colaboró financiaramente, y también la diseñadora Alejandra Salinas que hizo la portada, con quien hicimos un trueque culinario.

¿Cómo es la escena del jazz en la Región?

-El público es bien acotado, pero a la vez muy fiel. Hoy en día hay mucha más curiosidad por el lado experimental y callejero del jazz. Siempre hay personas más adultas que escuchan jazz, pero también hay un público intermedio que hoy se está viendo en los espacios donde se toca, en ocasiones que hay presentaciones más exclusivas como lo que se busca con El Manicornio que tiene una propuesta especial.

El jazz al ser una música acústica es súper interesante, porque es una experiencia, donde cada instrumento se explota al máximo y se pueda tocar muy bien. Eso es entretenido, y tiene un público cautivo.

¿Qué significa para ti la música, y en específico lo que hicieron en este disco?

-Yo voy a jugar cuando toco jazz, el jazz se puede todos los días tocar diferente. Entonces siempre se puede estar explorando, probar distintas fórmulas (por eso el nombre del disco). Es como cuando estoy cocinando, no ocupo recetas, sino que recuerdo todas las veces que he cocinado eso, puedo hacerlo al ojo. Me aburre tocar los mismos temas tocados de la misma forma.

Cuéntame un poco más de Flexibilidad de la Forma, ¿cómo fue el proceso creativo?

-Lo grabamos en el mes de julio del 2021, nos encerramos dos días y dos noches en el Estudio del Sur, que ahí tiene una casa donde nos podíamos crear y grabar de corrido. Preparamos cinco temas durante dos meses de preparación, inicialmente no sabíamos cómo grabábamos, pero después desarrollamos un sistema a distancia, donde íbamos grabando a distancia por separado, haciendo maquetas de los temas que podíamos corregir. 

Todo fue bien dialogado, dimos vuelta todo. Tenía una forma y es flexible para llegar a lo que llegamos, un disco de jazz que es un poco más moderno y popular, mezclado con hip-hop y sonidos más pop entre medio. A veces el jazz es un poco rudo, y acá lo quisimos hacer más amable. Estamos en pandemia, está la escoba, queríamos hacer algo que fuese agradable de escuchar, que te haga pensar en otra cosa. 

Felipe mezcló acá el disco y luego lo enviamos a masterizar, donde se agregan efectos y revisan frecuencias o capas, parte del producción del disco – lo que es la última etapa. Eso es pura matemática, que se hizo con un chileno en Estados Unidos que trabaja con películas y doblaje, Waldo Valenzuela.

Camilo también toca en Hotel Casa Higueras (Higueras 133, Valparaíso) y lo puedes encontrar en sus redes sociales: @camilojazzfood.
Puedes encontrar “Flexibilidad de la forma” en distintas plataformas digitales, como Spotify.