Pamela Galán lidera Microteje, emprendimiento creativo que en el pasado mes de febrero asistió a la pasarela del New York Fashion Week, donde mostraron su primera colección especial para este formato. No creían que pudiesen hacerlo, pero tras una campaña virtual y mucho respaldo de sus seguidores, lograron llegar a la gran ciudad norteamericana a mostrar su arte.

“Generamos piezas únicas, libres de crueldad animal y reutilizamos nuestros residuos”, son algunas de las premisas de Microteje, cuyo equipo de tres personas entrevistamos en su particular taller ubicado en Viña del Mar. Conoce más en esta entrevista:

¿Desde cuándo existen, cómo nace Microteje?

– Microteje empezó el 2014 aproximadamente, cuando trabajaba de arquitecta y paisajista y me puse a tejer plantitas. Me tocó harto diseñar proyectos con plantas y suculentas, y me gustaba tejer a crochet sobre todo, por lo que en las noches me ponía a hacer cactus y suculentas y se empezaron a vender, siempre como una alternativa, no pensaba vivir de ello.

Después me fui a vivir a Coyhaique, me llevé todas mis lanas, pero siempre como algo paralelo, un hobby.

El 2020 estaba estudiando en Japón, haciendo un magíster de mitigación de desastres naturales en planificación urbana, me vine a Chile y ahí explotó la pandemia. Fue entonces que no pude encontrar trabajo. Me puse a tejer mientras esperaba, y el tejido empezó a agarrar vuelo. Por lo que decidí que trabajaría con las lanas mientras no encontraba trabajo, y me compré una máquina manual primero. Después conocí a Lucas, mi actual socio, con quien nos fuimos a vivir al campo y ahí se unió al proyecto, tejiendo ahora y en otras labores. Así partimos.

¿Qué es lo que buscas transmitir con cada pieza, que es única?

– Principalmente cuando empecé a hacer chalecos, pensé que quería mucha información de colores en un chaleco, saturación de información. Por lo mismo, me resultaba tedioso hacerlo dos veces igual. Decidí no repetir chalecos con los pedidos, y buscaba eso y poder combinar los colores sin límite, por otra parte. Me atreví a ser súper libre en la decisión de los colores y tuvo buena recepción.

¿Cuándo aprendiste a tejer?

– Como a los 6 años, por mi abuela y mi mamá. Siempre me ha encantado tejer y de hecho después de la pega sigo tejiendo, me entretiene mucho. 

¿Cómo empezaron a pensar que harían colecciones y la manera en que trabajan?

– Fue súper orgánico, como que se fue dando. Tenía en mente muchas ideas, que trabajé usando carpetas de Pinterest y agrupando estas ideas y referentes que tenía. Como con la Bauhaus, que tenemos una colección llamada así con inspiración en estos arquitectos, diseñadores y artistas de esa corriente. Luego tenía otra carpeta con otra inspiración. Siempre todas relacionadas a cosas que nos gustan o experiencias de vida. Nos han pedido hacer otras cosas, pero no nos podemos apropiar de algo que no nos hace sentido.

¿Cómo ha sido para ustedes el trabajo, el proceso creativo, crear cada pieza?

– Cuando empecé a trabajar en equipo con Lucas y Carolina, tuve que empezar a plasmarlo más en papel, las ideas. Pero antes miraba el techo, me imaginaba el chaleco y lo tejía, solo ejecutaba. Básicamente hoy es conversarlo, ver hacia dónde va la colección, nos sentamos y disparamos ideas y en el camino del tejido vamos definiendo cosas. Con la colección de Nueva York nos pasó un poco así: eran piezas nuevas que nos aventuramos a hacer, por lo que tuvimos que hacerlo dos veces para entender el proceso. Vamos en el camino resolviendo y aprendiendo. No tenemos estudios en confección de modas, así que somos súper experimentales y los tres en conjunto vamos decidiendo qué hacer.

¿Cuál es su relación con la moda?

– Qué difícil. Es desde el desconocimiento igual, es un tema totalmente nuevo para nosotros como equipo, y es muy propositivo. Pienso un poco lo que a mí me gustaría tener, qué me gustaría que existiera y desde ahí creamos. Es como la búsqueda de la pieza que imaginamos y cómo quisiéramos tenerla.

Partimos como tejedores, pero en la búsqueda de encontrar piezas nuevas nos hemos entrometido en el mundo de la moda, entendiendo que el tejido es moda y te identifica y todo. Pero incluso en Nueva York nos sentíamos muy principiantes en la moda, así que dispuestos a aprender siempre.

¿Cómo surgió todo lo de Nueva York? Fueron en febrero a la Semana de la Moda. ¿Cómo empezó toda esa aventura?

– Nueva York partió todo como el bichito al ver que unos diseñadores locales fueron al Fashion Week (Be Kanvas y Nicoletta Valentina), que pensé que era inalcanzable, por lo que empecé a preguntar cómo había sido el proceso. Me puse a investigar y vi cómo se podía postular, que era a través de agencias. Llené los formularios y nos llegó una invitación para postular, a lo que pensé: quizás no es tan loco hacerlo.

Tuvimos que hacer un book de moda, con nuestro concepto, hasta que mandamos la postulación en tres agencias donde quedamos. Cuando nos enviaron el presupuesto, era impensable. Pero fuimos comentándolo con los amigos y familia y nos alentaron a compartir el proceso en redes sociales y ver qué podía salir de ahí. Fue súper orgánico. A la gente le despertó un sentimiento de ser parte de algo, pareciera, y explotó que Microteje iba a Nueva York. Partimos buscando ayuda y mucha gente se involucró en el proceso, se generó una comunidad. La campaña iba mutando según cómo se movía la cosa, al principio hicimos una rifa, contactamos a marcas, y mientras íbamos avanzando veíamos cómo seguir.

Llegó el día de irnos, compramos los pasajes dos días antes, y la gente que nos acompañó en redes sociales nos alentaba y seguía y eso fue súper lindo. Antes nos daba mucha vergüenza hablarle a la cámara y hacer eso de exponerse, pero ha funcionado muy bien. Ayuda mucho, ya que hay que vender el producto y la red social implica ver la realidad, el día a día, la vida y todo lo que hay detrás de una marca. Es enriquecedor, porque la gente empatiza.

Nueva York es un empujoncito para ver si pegamos un salto. En Chile es difícil la competencia con la moda rápida. La valorización al trabajo artesanal cuesta, pues es una sociedad que tiene otro tipo de problemas, no como en Nueva York donde la moda es parte del motor de la ciudad y eso nos ayudó a entender que hay que seguir poniéndole ganas.

Mientras hacían la campaña, diseñaban las piezas además.

– Sí, hicimos todo en tres semanas, un disparate. 

¿Cómo fue salir del chaleco a pasar a estos trajes y piezas especiales para el Fashion Week?

– Fue súper lo que se nos viniera a la mente, me puse a dibujar. Teníamos que desarrollar 7 looks para abarcar distintas facetas de la moda. Un traje de dos piezas, un vestido despampanante, y otras más. Esta es la colección Atacama, donde usamos muchas técnicas que hemos aprendido que a veces uno deja por temas de tiempo y desarrollo. La tipología de las prendas es abarcar distintas formas de vestirse con el tejido y que no son tan comunes. Cómo vestirse elegante con un tejido. Llevamos el tejido a la pasarela. 

¿Cómo les fue en Nueva York? Toda esa experiencia.

– Siento que nos fue bacán y que fue un triunfo, para validarnos y tomar en serio que somos capaces de llegar a un mercado extranjero. La idea de este proyecto era internacionalizar la marca. Frente a eso, es un triunfo, porque aparte de mostrarnos, tuvimos mucho feedback sobre nuestros productos. Muchos no creían que eran tejidos, las piezas que tenemos. Nos gustó mucho también experimentar en la calle lo que la gente pensaba de nuestros tejidos, pues hicimos una convocatoria a modelos en la calle y llegaron allá unas 300 personas. Fue genial, pues la gente paraba a tocar las prendas, a mirarlas, halagaban las piezas y eran pequeñas victorias que las atesoramos y pensamos que por eso afuera nos puede ir bien. Acá no podemos bajar más los precios, y acá el público es muy acotado y nuestras ventas no aumentan, por eso queremos apostar afuera. Fue muy bacán la experiencia y queremos repetirla en septiembre y darle para adelante, trabajando duro para obtener las cosas.

Fue bonito poner los tejidos en pasarela. Pensábamos que quizás sería fuera de lugar, pero funcionó súper bien.

En este sentido, ¿cuáles serían sus proyecciones?

Nos gustaría abrir un estudio medio híbrido en Nueva York. Esta es una idea para posicionarnos con stock hecho desde Chile, que puedan mandarse a hacer, poder recibir estudiantes en práctica… tenemos muchos proyectos y allá el mercado lo amerita. En Chile es difícil y la situación no está fácil como para invertir en prendas de este tipo. No buscamos elevar nuestros precios, sino que las ventas.

¿Cómo ha sido el regreso de Nueva York a Chile?

– Ahora en marzo, hasta ahora todo estaba medio en stand by debido a las vacaciones. Retomamos algunas conexiones, como una alianza que tenemos con Revés Derecho que se traerá una actividad prontamente. Además estamos con esta idea de abrir un atelier allá con ProChile, viendo nuestras opciones. Y haciéndonos cargo de todo lo que la campaña conlleva, los premios de la rifa y esos “problemas felices”, de todos modos muy motivados, vino un boom energético para hacer cosas nuevas y entretenidas. Teníamos ganas de hacer cosas nuevas y experimentar y lo logramos.

¿Qué cosas son parte de la misión y visión, por así expresarlo, de Microteje?

– Lo primero y más importante es el bienestar del equipo. Propiciamos mucho la comodidad y confianza en el equipo, siendo responsables y cuidadosos con nosotros. En ese sentido, los tres nos llevamos súper bien. Lo otro primordial es no generar desperdicios, usar materiales libres de crueldad animal, comercio justo, la idea es que si Microteje crece, todos crecemos con el proyecto. Siento que la dinámica de comercio justo, por ejemplo, abarca todo esto que conversamos. También el tema de reutilizar los residuos, que fue algo que hicimos para la colección de Nueva York, donde en prendas se creó un aislante térmico con residuos de otros tejidos. Todo eso es uno de los valores que creo que se rescatan mucho de Microteje.