Ellas se conocen como amigas, ya que comparten intereses en torno a las prácticas comunitarias de las artes y las culturas que se puedan desarrollar. Las tres están enfocadas en generar trabajo colectivo desde ciertas temáticas. Se trata de Radio Pasajes y su proyecto “Escuchar como se escucha”, una residencia que se generó el primer semestre en Tsonami Arte Sonoro después de presentarse en su última versión.

Entrevistamos a sus integrantes Valentina, Olivia y Francisca por sus motivaciones, trabajo en Cerro Barón y cómo surge este proyecto de arte sonoro: 

¿Cómo se llama cada una y de qué contexto vienen?

-Ya, yo me llamo Valentina Gavilán, soy parte de Radio Pasajes y estamos haciendo la Residencia “La escucha como se escucha”. Yo soy actriz de formación, pero actualmente me dedico a participar en diversos colectivos artísticos interdisciplinarios que convergen en distintas cosas. 

-Yo me llamo Olivia Iriguren, de formación soy Licenciada en Letras Hispánicas. me interesa el trabajo en torno a la mediación.

– Yo soy Francisca Echeverría (Kika), soy antropóloga de formación, y el último tiempo he estado dedicada a la artes y culturas, y con Radio Pasajes, este es un proyecto que nace durante el Estallido Social en Santiago, y he estado dándole vuelta a través de esto al sonido y la memoria, que al menos desde la antropología se puede tomar desde una perspectiva más arqueológica, concibiendo al sonido como parte de la cultura material.

Olivia, Valentina y Kika unieron sus fuerzas en la casa de residencia (B.A.S.E.) de Tsonami como punto de partida para su trabajo con la comunidad, un rescate de archivo sonoro que se extiende al territorio en Cerro Barón. 

Siguiendo con la entrevista, ¿cómo se conocieron? 

-Kika: Radio Pasajes, como decía nació a partir de la revuelta social, y comenzamos originalmente con Gabriel Morales, quien es diseñador sonoro y yo. Ahí elaboramos un archivo de sonidos a partir de lo que pasó en octubre del 2019 en adelante, generando registro en la “Zona Cero” (Plaza Dignidad) y tuvimos una metodología bien a la deriva, como lo hemos hecho también ahor con las chiquillas en esta residencia, que es de registrar y publicar y que decanta en lo que aloja la página web de Radio Pasajes que es un archivo sonoro de la revuelta. De ahí participamos en el Museo Sonoro de la Revuelta que hizo Tsonami el año pasado (2021), donde armamos una instalación con tubos de PVC, y nos dimos cuenta de que había un gran desafío en torno a la mediación con el sonido. Surgió la posibilidad de esta residencia e invité a Olivia y Vale a trabajar en este desafío más de la mediación, donde en el fondo la idea es trabajar en torno a la memoria y al sonido con la vinculación del territorio. 

-Ahí surge este proyecto de “Escuchar como se escucha”, que tiene que ver con buscar una sensibilización de las personas en torno al sonido y cómo éste sirve de dispositivo en torno a la memoria. Indagar más en ese potencial como herramienta que puede tener con fines de archivo o documental. Esa residencia fue acá mismo en B.A.S.E. de Tsonami y fue por un mes, pero luego volvimos porque es algo que requiere de mucho más tiempo y de desmarcarse de estas temporalidades, enfocarse más en un proceso y por eso ahora estamos acá por este semestre.

Desde acá se comenzaron a vincular con el barrio, en un trabajo que han ido desarrollando hace meses y que nace de la necesidad de buscar esta “memoria común”.

¿Cómo se vincularon con el territorio?

-Olivia: Partimos como una continuación del trabajo del año pasado, y esta residencia ha sido más “a la deriva”, intentamos primero buscar cuáles eran los agentes articuladores de la comunidad, o quienes estaban en la calle, salimos a caminar y descubrir qué pasaba en Cerro Barón. Ahí llegamos a los vecinos de la COMI Barón y acá nos dieron más contactos de personas que activaban distintos espacios. Así llegamos a una olla común (O’Brien). Hemos ido conociendo a las personas, una experiencia muy a escala humana, desde las bases.

-Vale: Además estamos quedándonos en el mismo barrio, así que nos involucramos como “vecinas”.

¿Y cómo ha sido la recepción, esta relación con la gente?

-Kika: Todo se ha centrado en la amabilidad, con la gente y con el equipo de Tsonami en el trato. Es un vínculo desinteresado, ya que no hay un interés personal sino que una motivación tras un fin colectivo, eso ha dictado bastante nuestro trabajo acá en el cerro. Hemos tenido una escucha atenta y activa a lo que sucede, no llegamos a ser intrusivas en este lugar. Tenemos ideas y objetivos, pero siempre en torno al trabajo del proceso. Entonces vamos revisando si lo que queremos hacer es pertinente o no, si le hace sentido el proyecto. Y eso se ha ido generando desde diciembre de manera orgánica. Lo que a la vez es súper desafiante. Nos han dado una cabida y confianza, lo que es muy reconfortante, porque nos ha permitido ver cómo se da el proyecto. No siempre se tiene esa libertad. Nos sentimos privilegiadas por esta oportunidad, ya que tenemos ritmos más lentos, no tenemos el principio de la productividad. Quizás no haya producto que resulte, sino que la misma vinculación con la gente, que se fortalezcan los lazos, y que ese sea el fin.

¿O sea puede cambiar lo que están haciendo?

-Vale: Todo el tiempo. En el fondo nos centramos en compartir herramientas y que proviene desde un diálogo. En esta residencia, que es la continuación de la anterior, hemos visto mucha sincronía. Hay muchas cosas en paralelo que tiene que ver con nuestros intereses y de la comunidad que se han ido juntando. Y eso es lo orgánico.

-Kika: Y ahí los pilares del trabajo que son inamovibles son la memoria y el sonido. Nos enfocamos harto en la vida que tiene el cerro, incluso su historia, su identidad. Hemos visto que hay mucho activismo y problemáticas en torno al crecimiento inmobiliario, por ejemplo, que moviliza a la comunidad. Empezamos a ver que hay muchas cosas pasando al mismo tiempo, y ahí es donde vemos que puede confluir el trabajo que queremos hacer. 

Tenemos principios de trabajo en torno a la memoria, que es en lo que confluímos con la COMI Barón para hacer una memoria del Cerro Barón.

Olivia: Ha sido vehicular, siento que nuestros trabajos e intereses han reflejado otras cosas que están pasando en el cerro, entonces estamos en el mismo “carro del tren”. 

¿Cómo han desarrollado el trabajo?

– Vale: creo que el año pasado en Tsonami funcionó mucho como prototipo para nuestro proyecto, por lo que no llegamos a la segunda residencia sin nada, sino que ya había una etapa inicial desarrollada. Ahora hemos estado haciendo el trabajo territorial duro. Primero reconectamos con los vínculos que habíamos creado y crear una hoja de ruta, además de buscar otros espacios con los cuáles trabajar. La primera etapa de trabajo fue en noviembre – diciembre, y luego volvimos en mayo, lo que aún se ha estado desarrollando en el mes de junio.

Kika: Hemos intentado tomar el pulso de lo que va pasando con la comunidad para accionar.

Dentro de los objetivos del proyecto está un laboratorio que realizaron, ¿de qué trata?

Olivia: Eso es el núcleo de todo, nuestro laboratorio de escucha activa. ¿Cómo se realiza esto? Hay diversas propuestas interesantes, pero debemos buscar una metodología de deriva, o sea cómo se lleva todo a un proceso.

En el laboratorio, ¿qué cosas tendrán? ¿Es un objeto?

-Kika: Hay que pensar en las bases para trabajar la memoria y sonido, primero está la sensibilización en torno a la memoria del cerro y sus hechos importantes. El siguiente paso es la sensibilización en torno a la escucha, y después todo se aterriza a lo que es el registro sonoro y la acción de archivar y generar archivo, o documentar. Esos son los ejes que deberían regir el trabajo concreto. Aunque no sabemos aún qué resultará de todo esto. Pero en la residencia pasada se materializó en un archivo sonoro del Cerro Barón. Agrupamos la información por categoría y tenemos un pendrive que contiene todo esto, que precisamente está en la COMI Barón 

Olivia: Este es un memorial, que es un dispositivo sonoro a la vez. Un carrito que tiene un parlante donde se puede reproducir ese archivo, y ese objeto sonoro es el resultado de nuestro trabajo previo. Todavía no se ha podido hacer visible o masivo.

Vale: Creo que hay cosas no tan etéreas bajo las que trabajamos, como que nos interesa generar cartografías del cerro, donde podamos identificar prácticas o lugares que sean importantes para Barón. También tenemos la intención de trabajar desde las preguntas, trabajar discusiones sobre las prácticas, llevar una conversación y sociabilización orientada desde las dudas más que del imponer un conocimiento. Creemos que las preguntas son una muy buena herramienta para encontrar las inquietudes de la comunidad. Y creo que hay prácticas que dictan la metodología a pesar de no tener materialidades deseadas. 

Pero trabajamos desde la memoria sonora, ¿cómo? ¿Qué necesita nuestra contraparte? ¿Cómo confluímos? Y devenir en algo que sea útil para la gente.

Kika: Esperamos que no sea sólo una anécdota, sino algo que pueda permanecer y que te haga sentido.

Desde estas redes y olla común han ido desarrollando un mapeo de cómo se desarrolla y vincula el archivo sonoro de Barón. Todavía este trabajo no tiene un cierre, que será prontamente, aterrizando todas estas ideas colectivas en una web y/o dispositivo.

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