Por: Valentinne Rudolphy

Coca Diez es la mujer que hace todo en La Llave Mágica: un emprendimiento que se dedica a la creación de piezas a partir de vidrio reutilizado. Todo comenzó como una idea para disminuir sus residuos familiares, y fue tomando impulso hasta hoy estar fabricando distintas obras, cada una única en su tipo.

Esto es su trabajo y su pasión. Conversamos un poco sobre la artesanía, la escena cultural de Concón y su proceso creativo en la siguiente entrevista.

¿Cómo partió La Llave Mágica?

-Hubo varios factores que me llevaron a esto. Por una parte, mi afán de reciclaje. Llegué a Concón el año 2011, venía ya con una cultura de reciclaje desde Santiago, donde viví hasta entonces. Cuando llegué no habían puntos de reciclaje, y me fui dando cuenta de eso. Lo primero que surgió es que me acordé que en la casa de mi abuela, había vasos de botellas cuando yo era niña. Teniendo eso en cuenta, quise cortar botellas, haciendo vasos para mi casa. Era una cosa bastante circular, pues a mí me preocupa disminuir mi huella de carbono, busco reducir los residuos.

En ese proceso, a la gente que venía a mi casa le gustaron estos vasos, y los fui compartiendo y haciendo más. Luego, me topé con un curso de vitrofusión. A mí me sobraban residuos de vidrio que no quería botar, y en el curso aprendí la herramienta que me faltaba, por así decirlo, y que le dio rienda suelta al resto. Me puse entonces a crear demasiado, casi compulsivamente.

¿Cómo fue creciendo todo hasta lo que es hoy?

-Entonces postulé a un proyecto Sercotec y a raíz de ese fondo me pude formalizar y comprar mi primer horno. Desde entonces no he parado más. Comencé a investigar y experimentar sobre otros usos que podía darle a las botellas y pasé varios años en eso. A la par, comencé a ir a ferias pequeñas, por ejemplo.

De a poco me fui incentivando a seguir innovando, a experimentar, y aprender haciendo en el fondo, con muchas horas de laboratorio y aprendiendo conceptos que no manejaba. Sí tenía un conocimiento comercial, ya que soy publicista, lo que me fortaleció en este proceso. Fue un cambio de vida, no solo de giro comercial. Y para mí era importante reencontrarme con amar lo que hacía, eso fue un poco mágico, y de ahí viene el nombre: es una especie de hallazgo, que pensaste que podía ser un sueño, pero no lo es.

¿Cómo te sientes cuando estás creando estas piezas?

-Absorta (risas). Se me pasan las horas. Le pongo mucha atención a lo que hago, hago mis propios moldes, anoto todo… y también, mis piezas se han distinguido entre las de otros artistas, hay un estilo y paleta de colores más personal que se hace presente en mis creaciones.

Cuando empezaste en las ferias, ¿cómo te fue con el público?

-Es como un hito, ya que hasta las ferias era muy incipiente lo que hacía. Me va bien, la mayoría de mis piezas son únicas, y aunque quisiera que fueran iguales, el proceso no lo permite por el horno. No sale. 

La recepción siempre ha sido espectacular en todas las ferias que he ido o en otras instancias, como exposiciones artísticas. Yo soy artesana y espero poder mantenerme así, quiero hacer algo que sea parte de mi vida, que me haga feliz, y por supuesto, que eso sea sostenible en el tiempo en cuanto a lo económico. Para mí, hacer lo que amo y hacerlo de la tripa, es el éxito.

Me comentabas sobre el concepto tras la Llave Mágica. ¿Puedes profundizar esta definición que hacías?

-Mira, La Llave Mágica era un cuento que mi hermana tenía cuando hermanos niñas, donde había una pareja de niños que se encuentran una llave del bosque, y resulta que pasan al mundo de las hadas y de los duendes en la fiesta de la primavera. Y luego despiertan al lado de su mamá con la llave en el bolsillo. Ese cuento siempre me evocó lo importante que es encontrar tu propia llave, tu luz interior, qué es lo que te hace brillar, en cuanto a que lo haces con entusiasmo, que te da alegría y más. Obviamente la vida no es toda así, lo sé, pero cuando uno tiene este motor, todo se hace mucho más fácil y agradable.

Eso pensaba, ¿cómo te sentiste al hacer este descubrimiento?

-Fue un hecho totalmente afortunado, serendipia se dice. Es algo que sigue presente, como te digo, siempre sigo experimentando y considero que debo enfrentar esta pega creativa dejando de lados los conocimientos y abriendo paso a experimentos, donde encontramos estos “hallazgos” que digo. Por otra parte, todo lo que creo es porque lo necesito: lámparas, mantequillero porque se me había roto, vasos porque me hacían falta y así. Todo nació de una necesidad básica y han tenido súper buena recepción, y yo tengo el objetivo de hacer una propuesta de color que decore tu hogar. Y quiero traspasar la alegría y el entusiasmo con que lo hago.

Tú tienes tu taller en casa, ¿y trabajas sola?

-Sí en casa, pero también pertenezco a una agrupación de artesanos de Concón que se llama Manos Elementales, donde nos formalizamos el 2019 pre pandemia y ya el 2021 comenzamos a hacer actividades, como algunas exposiciones, o una convocatoria para una feria, que se realizó en Bosques de Montemar en diciembre. Acá se convocaron a 30 artesanos a través de una postulación, con apoyo de la Municipalidad de Concón, la ENAP, la junta de vecinos, la Seremia de las Culturas, las Artes y el Patrimonio. ¡Postularon 70 personas de toda la región! Fue súper duro, eran todos muy buenos. Fue una curaduría de 9 horas para decidir quiénes quedaban seleccionados.  

Y pues eso, busco trabajar en crear instancias para el bien común y la puesta en valor de oficios y artes sin precarizar el trabajo que hay de por medio. 

¿Cómo ves que es la situación en Concón? ¿Hay espacio para la cultura y qué expresiones son las que funcionan con más fuerza? 

-Al menos a nosotros la Municipalidad nos ayudó bastante (a los artesanos). La junta de vecinos como comenté también. Hay voluntades, hay apoyo y espacios para la cultura. Creo que de a poco se van abriendo más oportunidades, como la elaboración de un plan cultural para los próximos años, donde se ha convocado a la comunidad desde todos los rubros. Se está trabajando en algo que beneficie a todos y todas en general.

¿Y los vecinos y vecinas participan?

-Eso es lo que estamos explorando. En nuestro caso, probamos un espacio, hay polos en la comuna que permiten algunas u otras actividades y todo depende del lugar. Por ejemplo, en el verano hemos estado presentes en la Playa Amarilla, donde los artesanos estamos en la playa junto a emprendedores y emprendedoras, con la intención de que todos los participantes produzcan lo que venden, es de producción local. En este caso se abre un espacio para orfebres, ceramistas, artesanos por ejemplo. 

En La Llave Mágica, ¿eres solo tú?

-Así es. Todo lo hago yo: mi página web, mis etiquetas impresas. En el caso de aquellas piezas que requieren fierro, el fierro lo hago yo también, siempre experimentando como te mencionaba. Me gusta soldar en verano, debido a que hay que hacerlo al aire libre. Por así decirlo, soy una mujer orquesta, las hago todas en mi proyecto. Pero quiero mantenerme como artesana, no llegar a un nivel industrial.

¿Cómo has experimentado el mundo de las artesanías en estos años de trabajo? 

-Estamos dando un trabajo arduo hace años con los artesanos para que siempre se consideren artesanías y cultura juntas. Creo que hay esfuerzos importantes ahí, para buscar mayor visibilización y subsidios o herramientas para la artesanía. Por nuestra parte, como artesanos, podemos educar a la gente que nos conoce acerca de la artesanía y su vínculo con la cultura. 

También hay una pelea por poder posicionar en las ferias de artesanía la producción local artesanal, no de artículos importados: esto no es una competencia, sino que son productos totalmente diferentes que apuntan a públicos distintos y ambos son considerados a veces como “artesanía”. Esto se trata de un trabajo hecho con las manos. Entonces es un desafío poder vincularnos con el territorio a través de esta educación y poner en valor el mensaje cultural.
Puedes conocer más de este proyecto en su sitio web.