“Soy Teresa Wilms Montt y aunque nací cien años antes que tú, mi vida no fue tan distinta a la tuya. Yo también tuve el privilegio de ser mujer. Es difícil ser mujer en este mundo. Tú lo sabes mejor que nadie. Viví intensamente cada respiro y cada instante de mi vida. Destilé mujer. Trataron de reprimirme, pero no pudieron conmigo.

Cuando me dieron la espalda, yo di la cara.

Cuando me dejaron sola, di compañía.

Cuando quisieron matarme, di vida.

Cuando quisieron encerrarme, busqué libertad.

Cuando me amaban sin amor, yo di más amor.

Cuando trataron de callarme, grité.

Cuando me golpearon, contesté.

Fui crucificada, muerta y sepultada, por mi familia y la sociedad”.

Esta “declaración de principios” describe a la perfección el carácter y la lucha interna de Teresa Wilms Montt, escritora nacida en Viña del Mar que en su momento tuvo una difícil vida. Una adelantada a su época, futurista para su generación, figura que la literatura chilena ha buscado revindicar.

¿Qué fue lo particular de esta artista que la hace tan vigente? Su obra permitió abrir un mundo interno femenino mucho más grande, no visto antes en la literatura chilena ni latinoamericana. Habló del ser mujer, ser esposa, del amor, erotismo y de la muerte, asuntos que no eran tan fáciles de digerir en la época. Esto se reflejó en obras como “No apta para señoritas” o “Lo que no se ha dicho”, donde cuestionó la estructura patriarcal.

La historia desde el principio

Nació el 8 de septiembre de 1893 en Viña del Mar. Segunda de las siete hijas del matrimonio compuesto por los aristócratas Federico Wilms Montt y Brieba, y Luz Victoria Montt y Montt, parte de las familias de la elite mercantil y política de aquellos años en Chile.

Es en este contexto que crece Teresa, quien desde corta edad se sintió desadaptada en su entorno. Tuvo una educación privilegiada para que pudiese tener un buen matrimonio. A pesar de esto, desde joven la escritora manifestó su aversión ante los valores y obligaciones de clase a la que estaba sometida. De hecho, en un diario de vida que escribió siendo niña anota: “Es tan absurdo exigir que obedezca; porque soy como el mar, el viento, el sol”.

Su vida estuvo marcada por el encuentro con Gustavo Balmaceda en 1910, familiar del presidente José Manuel Balmaceda, quien a pesar de ser ocho años mayor que ella fue su interés amoroso. Las familias se opusieron, pero contra la voluntad de los padres de Teresa, a sus diecisiete años se casó con Balmaceda, con quien tuvo dos hijas.

Una vida incomprendida

Las inquietudes artísticas e intelectuales de Teresa fueron en aumento, a la par de varios problemas matrimoniales debido a los celos de Gustavo Balmaceda, resultando en un escenario poco auspicioso. Durante sus años juntos, transitaron por ciudades como Valdivia e Iquique, periodos en los que Wilms Montt se encontró con una profunda soledad de frente que aumentó su producción creativa.

Durante estos años comenzó a escribir sus diarios íntimos y comenzó amistades con el mundo del arte y otros poetas, un mundo que entonces seguía siendo muy masculino.

Fue en estos años en Iquique donde publicó por primera vez con el seudónimo de “Tebac”, dejando al descubierto sus ideales políticos y sociales. Esto, junto a la correspondencia que mantenía Teresa con Vicente Balmaceda, suscitó una respuesta negativa de su esposo, quien la envió a Santiago para decidir qué hacer con ella junto a su familia paterna. Como consecuencia “de su infidelidad” terminó recluida en el Convento de la Preciosa Sangre por castigos morales durante 1915 hasta un intento de suicidio en 1916. Entonces, sin esposo y sin sus hijas, escapó hacia Buenos Aires. El poeta Vicente Huidobro quien la ayudó a cruzar la cordillera.

“Estoy resuelta a ganarme la vida como mujer, sin mancharme, y a conquistar un nombre, ya que dejaré el mío.”, escribió. Fue en Buenos Aires que comenzó a hacer lo que le gustaba y a crecer en la literatura, este fue un punto importante en la vida de la viñamarina, quien no terminaría su viaje ahí.

Explorando nuevas fronteras

Después de un año y medio en la capital argentina, se embarcó a Nueva York sola. Todo este plan se derrumbó cuando no se le permitió la entrada a EEUU, y no fue hasta 1918 que llegó a nuevo puerto: en Madrid no tenía nada, pero se instaló y comenzó a mezclar con la sociedad cultural madrileña.

En esta época se entera que sus hijas vivían en París, e impulsada por las ganas de verlas nuevamente viaja, esta vez a Francia, para poder contactarlas. La capital le ofreció nuevas amistades influyentes en la escena literaria de la época, lo que desarrollaba a la par de la relación con sus hijas. Finalmente, cayó en depresión cuando éstas volvieron a Chile y fue el 22 de diciembre de 1921 que, con 28 años, tras un intento de suicidio fallece en la Ciudad de la Luz.

Wilms Montt fue castigada en la sociedad chilena de la época por su estilo de vida diferente a lo que era “la norma” entonces. Su corta vida expresa esta discriminación tanto por ser mujer, como por no seguir patrones convencionales que se exigían con más fuerza a la aristocracia. Luchó contra estas estructuras y dejó su obra como vestigio siendo la viñamarina pionera entre las pocas escritoras de la época.

Hoy se reposiciona su nombre. En Viña del Mar estaba la casa que albergó los primeros años de vida de esta gran figura: ubicada en calle Viana con esquina Traslaviña, parte de la arquitectura clásica viñamarina.

Las últimas palabras de su diario fueron: “Morir, después de haber sentido todo y no ser nada…”.