Ya son 15 años los que Newen Afrobeat lleva en su haber. Esta banda rinde homenaje al estilo y cultura fundados por Fela Kuti en Nigeria, contrastando con letras relativas a las problemáticas sociales y ecológicas del territorio Latinoamericano. 

Este año Newen Afrobeat lanza “Grietas”, un nuevo trabajo de estudio que propone una nueva apuesta que llevaron de gira por algunas ciudades de Chile – entre ellas Quilpué acá en la región -, para ahora realizar una gira por Europa. Su carrera va viento en popa. ¿Quieres saber más de ellos? Conversamos con su saxofonista Klaus Brantmayer acerca de su actual momento y procesos creativos.

¿Cómo llegan al afrobeat, en tu caso personal?

– Yo hace muchos años atrás, te diría hace unos 12, fui a tocar con unos amigos a una jam y se me acercó un saxofonista, que era el de la banda Newen Afrobeat, quien me dijo que necesitaban un músico. Yo no les conocía en ese tiempo, ni había tenido mucho acercamiento al afrobeat. Cuando entré, me tomó un tiempo familiarizarme con toda la cultura más allá de la música, así fue mi primer acercamiento, una casualidad.

¿Cuál es la primera experiencia musical que recuerdas?

– Recuerdo de niño estar muy influenciado por lo que escuchaba mi papá. Folclore chileno como Víctor Jara, Violeta Parra, Inti Illimani y al mismo tiempo escuchaba música docta como Bach o Mozart. Además me tocó escuchar mucho jazz, como Miles Davis, esas fueron las primeras cosas que escuché. Ya interesado por la música, me marcó mucho el disco Ser Humano de Tiro de Gracia, Aerolíneas de Makiza, Vivo de Joe Vasconcellos, esa música chilena que viene del funk, el rap y el soul.

¿Cómo llegaste a ser músico?

– Empecé interesándome por los derivados de la música negra por así decirlo. Recuerdo que cuando chico me juntaba con un vecino a improvisar con lo que tuviéramos, veíamos hartos videos, escuchábamos muchos discos… y encontramos un video de Miles Davis de un concierto en Francia, del año 1989 aproximadamente, bien groove. Él tocaba con el saxofonista Kenny Garret, quien es un referente hasta hoy para mí, pues toca el saxo alto como lo hago yo. Recuerdo ver mucho ese concierto y querer aprender a tocar saxofón. Debo haber tenido unos 15 años. De ahí empecé a aprender y no lo dejé.

¿Cómo fue la entrada a la banda y estos años que has estado en ella?

– Ha sido todo un viaje, ya que al principio éramos muy jóvenes. Comenzó siendo algo muy diferente yo creo, ya que en estos años cambiamos de director a directora. Desde ahí supimos más qué sonoridad queríamos para el proyecto, qué tipo de afrobeat queríamos hacer. El 2015 nos invitaron a tocar a Nigeria, con toda la familia de Fela Kuti, quien creó el movimiento. Luego nos invitaron de Felabration en Laos y ahí conocimos más el afrobeat de raíz, en torno a eso fue que sacamos el disco Curiche que es un homenaje a un sonido más bien roots del afrobeat y a su vez hace referencia a las causas mapuche y a los problemas que hay en el sur de Chile, combinando el funky y los ritmos alegres con estas temáticas más profundas. Conectando más con el sonido que buscábamos. 

Los dos últimos años trabajamos en el disco Grietas que lanzamos ahora, que es otra visión más moderna, con más efectos, en el que participan otras leyendas del afrobeat, generando otra sonoridad, quizás un poco más high-fi sacándonos un poco del formato de temas tan largos, abordando nuevas temáticas y perspectivas, cosas como los conflictos ecológicos de Chile y Latinoamérica y temas más espirituales o relacionados a la música. Tiene además colaboraciones con Lido pimienta, quien es bien representativa del sonido colombiano; Joe Vasconcellos que nos ha inspirado a todos, Chico César y otros más.

¿Cómo fueron las experiencias de colaboración que tuvieron para el disco Grietas?

Fueron súper buenas experiencias. Viajamos a Londres hace dos años y conocimos al pianista Dele Sosimi quien trabajó con Fela Kuti. Algo pasó y conectamos, yo creo que por nuestra trayectoria y propuesta. Enganchamos y grabamos allá, lo que fue bien directo y súper bueno. 

Con Joe Vasconcellos estábamos en conversaciones hace años, habíamos tocado juntos y sabemos que tenemos una sonoridad parecida. A él le sorprende lo que hacemos, hemos logrado reconocimiento internacional en el mundo del afrobeat. Joe llegó con una idea que nos gustó, hablamos profundamente sobre qué queríamos hacer y fue súper bacán lo que salió.

Con Lido pimienta fue una colaboración remota porque vive en Canadá. Trajo este sonido más colombiano con su canto agudo bien característico que tiene ella. Fue muy agradable.

Cuéntame sobre la gira que estaban realizando acá en Chile y lo que se viene en Europa, ¿cómo ves esta internacionalización que tienen?

– Ha sido un proceso de varios años muy bacanes, llevamos unos 9 años girando internacionalmente con la banda. Hemos estado en varias partes de Estados Unidos, Brasil y principalmente Europa, donde vamos de nuevo en julio. Ha sido bacán, ya que es una gran posibilidad y somos una gran banda, es una aventura constante. Comenzó siendo algo muy impulsivo y autogestionado, que de a poco hemos  profesionalizado, liderado por nuestro manager, quien nos ayuda a gestionar las fechas y lugares. También hemos tocado en el festival más importante del mundo, el Festival de Jazz de Montreal, lo que nos da un ritmo notable, ya que somos de las pocas bandas chilenas que en verdad tienen un circuito internacional. 

En Europa el afrobeat es muy conocido, lo que repercute en nosotros y en el público que generamos. Acá somos más underground la verdad, lo que hacemos es una apuesta orquestal que no es tan práctico a veces en cuanto a la técnica. Estar rompiendo un poco con el paradigma actual es como una apuesta especial para estos tiempos. Andar de gira nos da experiencia técnica y nos ayuda a afinar un show profesional, un espectáculo, no solo un concierto. Ha sido un plan a largo plazo, de hecho tocamos más afuera que en Chile por asuntos prácticos y diversas razones, lo que es bien curioso y genial a la vez.

Antes de Europa giraron por Chile, lo que los trajo a Trotamundos Terraza en Quilpué. ¿Cómo estuvo eso?

– Estuvo bueno, siempre es bueno ir al Trota, es un gran local. Siempre hay gente en la Región que nos quiere ver, por lo que decidimos lanzar Grietas ahí. Estuvo muy bueno, con gran energía y un show sólido, con público que es fiel y acompaña la presentación. Estuvo bien bonito.

¿Qué buscan transmitir con su música y su sonoridad e identidad?

– El afrobeat de por sí es música contestataria, nació originalmente en la revolución de Nigeria y siento que tenemos mucho que ver con eso. Latinoamérica y África tienen mucho en común: continentes colonizados, explotados, incluso en la actualidad. Con mucha extracción de recursos naturales y sin beneficios sociales de estas tranzas, con mucha corrupción, por lo que siento que hay muchas temáticas que se cruzan. 

Siento que nuestra música tiene dos cosas que se complementan: primero hablamos de cosas que son importantes para nosotros como los conflictos sociales y ecológicos, económicos, que son del territorio. Al mismo tiempo el afrobeat tiene esencia funky y groove, que tienen una energía alegre y entusiasta. Es un contraste. La alegría e ímpetu están junto a las letras que abordan estas críticas sociales y creo que eso es súper característico.