Carmen Lienqueo ha desarrollado una notable trayectoria como intérprete y música, participando en diversos proyectos hasta llegar a su actual etapa como solista. El próximo 23 de junio, se presentará en el Parque Cultural de Valparaíso, donde estrenará “El hilo de mi destino”, una versión renovada de un tema en el que fusiona su sonido tradicional con influencias electrónicas, explorando nuevas sonoridades.

Conozcamos más sobre su carrera y su momento actual:

¿Cómo describirías tu relación con la música y cómo se ha ido dando en tu vida?

– Mi relación con la música es muy natural. No tengo un momento en el que haya empezado en mí. Tengo el recuerdo de muy chica saber que iba a ser música, porque mi padre es músico y cuando tocaba lo acompañaba, me subía al escenario con él. Mi mamá siempre me dijo que me dedicaría a esto, pero nunca lo planeé. Simplemente me puse a escribir y la consecuencia fue que no paré más de hacerlo. En el camino he conocido a mucha gente talentosa, yo no estudié música en ninguna academia, por lo que quienes me han enseñado han sido colegas y artistas en general, que es muy de comunidad hacer esto. Cuando se es artista y no se tienen recursos o una plataforma que te pueda sustentar, solo apelas a las redes humanas y a la virtud de querer hacer las cosas, que sacar la música sea lo más importante. Vuelvo a ese principio siempre.

Finalmente en las distintas partes de la escena artística, la colaboración es siempre un elemento que sale a relucir. ¿Cómo se da para ti en tu experiencia?

– En algunos casos sí se da naturalmente, además soy muy melómana, por lo que siempre estoy escuchando sonidos nuevos, productores nuevos y tengo la suerte de tener relaciones con gente virtuosa en ese mundo, por lo que siempre hay propuestas. Hay cosas que quedan ahí, pero la mayoría de las veces las colaboraciones suceden y así es que tengo la mayoría de mis temas arriba, gracias a un cruce humano natural que tenga a la música de nuevo como lo más importante, tiene que salir, emana sola. De eso mismo salió el tema de ahora, con el sello que estoy trabajando (potoco discos). Todo, repito, se ha dado de manera muy natural.

Cuéntame un poco más acerca de las partes de tu proceso creativo, ¿es esto colaborativo o más solitario? Tomando en cuenta lo que estábamos hablando.

– Generalmente trato de que sea la menor cantidad de cabezas trabajando posible, antes trabajaba mucho en colectivo, con mucha gente. Es un gran desafío. Yo vengo de esa escuela y ahora que estoy sola, como soy cabrona con mis ideas musicales, trato de compartirlas solo cuando estoy súper segura de que están listas y ahí recién se lo presento a otro colega para maquillar, peinar, arreglar la canción pero cuando ya salió de mí.

Hay que tener claro lo que una quiere decir, buscando al colega que te ayuda a potenciarla. La canción está, suena así y yo elijo con quién la trabajo para lograr el resultado esperado. Eso tiene que ver con la experiencia, por supuesto, ocupando recursos para que lo que hacemos se escuche nuevo y fresco, que es el sello que tengo, que la música está hecha con cariño. 

¿Cómo se siente llegar al punto de seguridad con tu propia creación? De tener más claro lo que eres y quieres comunicar, cómo quieres sonar.

– He trabajado en un mundo de hombres toda la vida y siempre mi criterio musical ha tenido que pasar por diversos filtros, durante años estuve dudando y ahora ya no me importa, yo uso lo que quiero en mi canción. A eso me refiero con ser “cabrona”, a tener la posibilidad de defender tus ideas hasta las últimas consecuencias, no por ego, sino porque sé muy bien lo que estoy haciendo, ya que se trata de mi sonido, mi historia, mi canción. He aprendido que si no me gusta lo que está resultando, puedo parar y buscar a quien me ayude a buscar el resultado que quiero. Me refiero a ser segura y estar convencida de lo que quieres mostrar. Defender mi creación.

En tus palabras, ¿buscas transmitir algo con tu música?

– Nunca he pretendido que la gente se lleve algo específico de mí, sino que soy una antena comunicadora de mensajes, que incluso son más antiguos que yo y que todos nosotros. Suena muy hippie, pero me siento prestando el cuerpo no más. No busco algo premeditado. Creo que si se emociona la gente al escucharme, aunque sea un milisegundo, mi pega está hecha. Es una búsqueda nada más que conmigo, estar conforme con la música que sale de mí. Tiene muchas consecuencias, una de las más bonitas es que la gente me diga que le pasó algo con una canción mía, que le acompañó, es lo más hermoso y no lo busco, pero ocurre. Siento un compromiso con mi oficio, que defiendo con todas las consecuencias que también pueda tener.

En torno a lo mismo, ¿participas en colectividades? Me imagino que es una unión necesaria para gestionar algunas temáticas.

– Sí, estoy articulada con la gente de MUS.A y también en el Sindicato de Músicos Callejeros, dos realidades del músico porteño. Yo vivo acá hace cinco años y todavía me siento observando desde afuera cómo es el porteño y saco de eso muchas reflexiones, sobre todo en cómo uno administra la música y la creación que sale. Acá los colegas estamos sobreviviendo, nos pisamos la cola tocando en la calle, lo que es súper valiente. Esta ciudad se mantiene con sus títulos, como Ciudad Creativa de la Música, sin embargo los artistas estamos muy abandonados. No es para llorar, sino para contemplar otras realidades que existen, por ejemplo en el caso de Melisa Johnson, quien en su manera de trabajar demuestra el tesoro de Valparaíso con sus artistas, donde la música y la creación aflora independiente de las condiciones adversas, mucho de eso relacionado a lo de las colaboraciones que hablábamos antes, sosteniendo carreras musicales a puro pulso.

Sobre tu nueva propuesta, “El hilo de mi destino”, cuéntanos un poco más sobre los elementos electrónicos que hoy incorporas más fuertemente a tu sonido.

– Creo que es una decisión estética y artística, ya que siempre se me ha catalogado muy en lo ancestral por mis raíces y ya que en mi disco duro musical hay mucho folclore, recursos que utilizo al componer, pero además soy melómana compulsiva de muy chica, por lo que siento que la forma de hacer música nueva en este mundo es el reciclaje. No estoy haciendo nada nuevo, saco cosas, meto a la juguera, y sale algo que es sólo mío y que interpreto yo, entonces, no creo que esté copiando… creo que yo elegí que mi música tuviera hoy una estética electrónica porque estoy convencida de que estos mensajes deben quedarse para el futuro, así como lo hizo mi abuela, mi madre. Hay algo que tiene que ver con nuestra postura política respecto a mi ancestralidad, yo no me puedo decir “cantora mapuche” sin ligarme a los sucesos que acontecen en la realidad. Y yo lo hago a través de la música como recurso. Entonces, la electrónica porque siento que es la música que va a quedar y con eso se puede jugar y complementar. La música es un solo vehículo para comunicar, así que lo hice pensando en eso: me gusta lo electrónico y mantenerlo fresco, que en 10 años más, suene como algo actual.

Recién comentaste acerca de cómo complementar las presentaciones musicales. El próximo 23 de junio en tu presentación se incluirán artes escénicas, como el circo, performance y danza. Háblanos un poco de esta propuesta.

– Es súper natural cómo llegó a mi vida cómo se dio esta posibilidad. Desde que llegué a Valparaíso he conocido chicas que hacen telas o danza con fuego y me escribían al presentarme, buscando colaborar, lo que me llamaba la atención. Después entré en una relación con alguien también del mundo del circo, por lo que la vida me lo puso en la cara. Y sentí que también es algo político del territorio, acá está ligada la música al circo desde que el puerto existe. Lo que ocurrirá en mi concierto del día 23 es el producto de esas juntas, esas colaboraciones con quienes les hizo sentido esta posibilidad, y así también aunar fuerzas para tener trabajo. Siento que la música y el trabajo se potencian en escena y se pueden hacer cosas hermosas, enalteciendo nuestro propio arte.

Me interesa conocer, desde tu experiencia, ¿cómo describirías el rol “político” de ser trabajadora de la música?

– Uy. No creo que sean cosas que se pueden separar. No podría trabajar de una realidad que no es la mía, puedo escribir de mi historia, que tiene que ver con un linaje femenino de mujeres mapuche que han sido parte de un proceso de desplazamiento territorial que es súper político, vivir acá lo es, sacar adelante una producción de esta envergadura sin plata es súper político y así a todos en el rubro les pasa. Yo elegí el arte para ser mi vía política y me ha llegado a lugares que yo ni siquiera entiendo, pero sí los contemplo. Así también el ser madre, cuidadora, líder, música… todo tiene un sentido súper político que no se puede separar.

Quería saber más en profundidad tu mirada del territorio, ¿cómo vives el puerto y a esta Región de Valparaíso?

– Empecé a vincularme con Valparaíso desde el 2006, sin aún vivir acá. Ahí fui conociendo gente en el camino que me trajeron a Valparaíso, a través del trabajo, de la música, del amor. Empecé a hacer redes desde entonces, así que cuando llegué hace cinco años a vivir, igual tengo que hacer el proceso de hacer estas redes y eso se ha ido dando recién en el último tiempo, consecuencia de habitar en el territorio. Entonces sigo viendo a Valparaíso desde una ventana, no me siento porteña aún, pero agradezco haberme ido de Santiago y vivir estos otros códigos y dimensiones a escala humana que sigo aprendiendo. Aún me siento en proceso, pero elegí esta ciudad para ser mi punto fijo.

Carmen, cuéntame, ¿qué has escuchado últimamente que te llame la atención?

– Muchas cosas todo el tiempo. La verdad es que estoy escuchando mucho trap y reggaeton chileno y puertorriqueño, pero porque soy melómana y voy buscando y escuchando efectos, programas, ideas musicales.  Estoy cachando que los sonidos de los productores muy jóvenes chilenos, están rompiéndola y eso hay que observar, ya que hay grandes colaboraciones y está interesante. También escucho mezclas, mixtapes, productores. 

Carmen Lienqueo lleva años de trayectoria como intérprete y música, lo que la ha llevado a participar en diversos proyectos musicales hasta su momento actual, con su proyecto solista que lleva años desarrollando. El próximo 23 de junio se presentará en el parque Cultural de Valparaíso, donde estrenará “El hilo de mi destino”, tema reversionado donde además de su sonido raíz experimenta más profundamente con la electrónica, acercándose a una nueva sonoridad.

Conoce más acerca de su carrera y momento actual:

¿Cómo describirías tu relación con la música y cómo se ha ido dando en tu vida?

– Mi relación con la música es muy natural. No tengo un momento en el que haya empezado en mí. Tengo el recuerdo de muy chica saber que iba a ser música, porque mi padre es músico y cuando tocaba lo acompañaba, me subía al escenario con él. Mi mamá siempre me dijo que me dedicaría a esto, pero nunca lo planeé. Simplemente me puse a escribir y la consecuencia fue que no paré más de hacerlo. En el camino he conocido a mucha gente talentosa, yo no estudié música en ninguna academia, por lo que quienes me han enseñado han sido colegas y artistas en general, que es muy de comunidad hacer esto. Cuando se es artista y no se tienen recursos o una plataforma que te pueda sustentar, solo apelas a las redes humanas y a la virtud de querer hacer las cosas, que sacar la música sea lo más importante. Vuelvo a ese principio siempre.

Finalmente en las distintas partes de la escena artística, la colaboración es siempre un elemento que sale a relucir. ¿Cómo se da para ti en tu experiencia?

– En algunos casos sí se da naturalmente, además soy muy melómana, por lo que siempre estoy escuchando sonidos nuevos, productores nuevos y tengo la suerte de tener relaciones con gente virtuosa en ese mundo, por lo que siempre hay propuestas. Hay cosas que quedan ahí, pero la mayoría de las veces las colaboraciones suceden y así es que tengo la mayoría de mis temas arriba, gracias a un cruce humano natural que tenga a la música de nuevo como lo más importante, tiene que salir, emana sola. De eso mismo salió el tema de ahora, con el sello que estoy trabajando (potoco discos). Todo, repito, se ha dado de manera muy natural.

Cuéntame un poco más acerca de las partes de tu proceso creativo, ¿es esto colaborativo o más solitario? Tomando en cuenta lo que estábamos hablando.

– Generalmente trato de que sea la menor cantidad de cabezas trabajando posible, antes trabajaba mucho en colectivo, con mucha gente. Es un gran desafío. Yo vengo de esa escuela y ahora que estoy sola, como soy cabrona con mis ideas musicales, trato de compartirlas solo cuando estoy súper segura de que están listas y ahí recién se lo presento a otro colega para maquillar, peinar, arreglar la canción pero cuando ya salió de mí.

Hay que tener claro lo que una quiere decir, buscando al colega que te ayuda a potenciarla. La canción está, suena así y yo elijo con quién la trabajo para lograr el resultado esperado. Eso tiene que ver con la experiencia, por supuesto, ocupando recursos para que lo que hacemos se escuche nuevo y fresco, que es el sello que tengo, que la música está hecha con cariño. 

¿Cómo se siente llegar al punto de seguridad con tu propia creación? De tener más claro lo que eres y quieres comunicar, cómo quieres sonar.

– He trabajado en un mundo de hombres toda la vida y siempre mi criterio musical ha tenido que pasar por diversos filtros, durante años estuve dudando y ahora ya no me importa, yo uso lo que quiero en mi canción. A eso me refiero con ser “cabrona”, a tener la posibilidad de defender tus ideas hasta las últimas consecuencias, no por ego, sino porque sé muy bien lo que estoy haciendo, ya que se trata de mi sonido, mi historia, mi canción. He aprendido que si no me gusta lo que está resultando, puedo parar y buscar a quien me ayude a buscar el resultado que quiero. Me refiero a ser segura y estar convencida de lo que quieres mostrar. Defender mi creación.

En tus palabras, ¿buscas transmitir algo con tu música?

– Nunca he pretendido que la gente se lleve algo específico de mí, sino que soy una antena comunicadora de mensajes, que incluso son más antiguos que yo y que todos nosotros. Suena muy hippie, pero me siento prestando el cuerpo no más. No busco algo premeditado. Creo que si se emociona la gente al escucharme, aunque sea un milisegundo, mi pega está hecha. Es una búsqueda nada más que conmigo, estar conforme con la música que sale de mí. Tiene muchas consecuencias, una de las más bonitas es que la gente me diga que le pasó algo con una canción mía, que le acompañó, es lo más hermoso y no lo busco, pero ocurre. Siento un compromiso con mi oficio, que defiendo con todas las consecuencias que también pueda tener.

En torno a lo mismo, ¿participas en colectividades? Me imagino que es una unión necesaria para gestionar algunas temáticas.

– Sí, estoy articulada con la gente de MUS.A y también en el Sindicato de Músicos Callejeros, dos realidades del músico porteño. Yo vivo acá hace cinco años y todavía me siento observando desde afuera cómo es el porteño y saco de eso muchas reflexiones, sobre todo en cómo uno administra la música y la creación que sale. Acá los colegas estamos sobreviviendo, nos pisamos la cola tocando en la calle, lo que es súper valiente. Esta ciudad se mantiene con sus títulos, como Ciudad Creativa de la Música, sin embargo los artistas estamos muy abandonados. No es para llorar, sino para contemplar otras realidades que existen, por ejemplo en el caso de Melisa Johnson, quien en su manera de trabajar demuestra el tesoro de Valparaíso con sus artistas, donde la música y la creación aflora independiente de las condiciones adversas, mucho de eso relacionado a lo de las colaboraciones que hablábamos antes, sosteniendo carreras musicales a puro pulso.

Sobre tu nueva propuesta, “El hilo de mi destino”, cuéntanos un poco más sobre los elementos electrónicos que hoy incorporas más fuertemente a tu sonido.

– Creo que es una decisión estética y artística, ya que siempre se me ha catalogado muy en lo ancestral por mis raíces y ya que en mi disco duro musical hay mucho folclore, recursos que utilizo al componer, pero además soy melómana compulsiva de muy chica, por lo que siento que la forma de hacer música nueva en este mundo es el reciclaje. No estoy haciendo nada nuevo, saco cosas, meto a la juguera, y sale algo que es sólo mío y que interpreto yo, entonces, no creo que esté copiando… creo que yo elegí que mi música tuviera hoy una estética electrónica porque estoy convencida de que estos mensajes deben quedarse para el futuro, así como lo hizo mi abuela, mi madre. Hay algo que tiene que ver con nuestra postura política respecto a mi ancestralidad, yo no me puedo decir “cantora mapuche” sin ligarme a los sucesos que acontecen en la realidad. Y yo lo hago a través de la música como recurso. Entonces, la electrónica porque siento que es la música que va a quedar y con eso se puede jugar y complementar. La música es un solo vehículo para comunicar, así que lo hice pensando en eso: me gusta lo electrónico y mantenerlo fresco, que en 10 años más, suene como algo actual.

Recién comentaste acerca de cómo complementar las presentaciones musicales. El próximo 23 de junio en tu presentación se incluirán artes escénicas, como el circo, performance y danza. Háblanos un poco de esta propuesta.

– Es súper natural cómo llegó a mi vida cómo se dio esta posibilidad. Desde que llegué a Valparaíso he conocido chicas que hacen telas o danza con fuego y me escribían al presentarme, buscando colaborar, lo que me llamaba la atención. Después entré en una relación con alguien también del mundo del circo, por lo que la vida me lo puso en la cara. Y sentí que también es algo político del territorio, acá está ligada la música al circo desde que el puerto existe. Lo que ocurrirá en mi concierto del día 23 es el producto de esas juntas, esas colaboraciones con quienes les hizo sentido esta posibilidad, y así también aunar fuerzas para tener trabajo. Siento que la música y el trabajo se potencian en escena y se pueden hacer cosas hermosas, enalteciendo nuestro propio arte.

Me interesa conocer, desde tu experiencia, ¿cómo describirías el rol “político” de ser trabajadora de la música?

– Uy. No creo que sean cosas que se pueden separar. No podría trabajar de una realidad que no es la mía, puedo escribir de mi historia, que tiene que ver con un linaje femenino de mujeres mapuche que han sido parte de un proceso de desplazamiento territorial que es súper político, vivir acá lo es, sacar adelante una producción de esta envergadura sin plata es súper político y así a todos en el rubro les pasa. Yo elegí el arte para ser mi vía política y me ha llegado a lugares que yo ni siquiera entiendo, pero sí los contemplo. Así también el ser madre, cuidadora, líder, música… todo tiene un sentido súper político que no se puede separar.

Quería saber más en profundidad tu mirada del territorio, ¿cómo vives el puerto y a esta Región de Valparaíso?

– Empecé a vincularme con Valparaíso desde el 2006, sin aún vivir acá. Ahí fui conociendo gente en el camino que me trajeron a Valparaíso, a través del trabajo, de la música, del amor. Empecé a hacer redes desde entonces, así que cuando llegué hace cinco años a vivir, igual tengo que hacer el proceso de hacer estas redes y eso se ha ido dando recién en el último tiempo, consecuencia de habitar en el territorio. Entonces sigo viendo a Valparaíso desde una ventana, no me siento porteña aún, pero agradezco haberme ido de Santiago y vivir estos otros códigos y dimensiones a escala humana que sigo aprendiendo. Aún me siento en proceso, pero elegí esta ciudad para ser mi punto fijo.

Carmen, cuéntame, ¿qué has escuchado últimamente que te llame la atención?

– Muchas cosas todo el tiempo. La verdad es que estoy escuchando mucho trap y reggaeton chileno y puertorriqueño, pero porque soy melómana y voy buscando y escuchando efectos, programas, ideas musicales.  Estoy cachando que los sonidos de los productores muy jóvenes chilenos, están rompiéndola y eso hay que observar, ya que hay grandes colaboraciones y está interesante. También escucho mezclas, mixtapes, productores.