Por: Valentinne Rudolphy
Fotografías: Fernanda Soto Mastrantonio
Fernanda es de Valparaíso, aunque ha vivido en varios lugares diferentes. Es fotógrafa de profesión y además hace cerámicas y es fundadora de Atípica Studio, agencia conformada solo por mujeres desde Valparaíso. Actualmente, Fernanda ganó el reconocimiento Potrait of Humanity del British Journal of Photography por su serie Lakay Li, lo que le permitirá exponer su trabajo en una publicación y dos exposiciones internacionales.
Profundizamos sobre sus intereses, procesos, y sobre este reconocimiento que llevará su trabajo a Irlanda e India.
Tú eres fotógrafa, ¿qué crees que despertó tu creatividad?
-Creo que la creatividad tiene mucho que ver, al menos en mi caso, con el espíritu emprendedor. Para mí ambas cosas se activan en una parte del cerebro similar, que tiene relación con aquello que identificamos que puede mejorarse o que puede cambiar. Puede ser una realidad social, una problemática, cualquier cosa. Cuando nuestro cerebro analiza y encuentra una solución para mejorar ese “algo” está la creatividad.
Yo estudié fotografía en la Universidad Politécnica de Catalunya y después hice un Máster en Dirección de Arte, entonces mi veta siempre fue más artística, pero nunca me imaginé tener una agencia como hoy, fue algo que se fue dando a través de esto que te comento: me puse a pensar en aquellas cosas que podía hacer yo, quizás no mejor, pero sí de manera diferente. Creo que por ahí va mi creatividad.
Y, quería saber, ¿te vinculaste siempre con las artes y fue algo que se dio más avanzada tu vida?
-Llegué a la fotografía como a los 20 años allá en Barcelona. No sabía bien qué hacer con mi vida, y había empezado a estudiar economía, pues siempre me gustaron mucho los números. Me di cuenta de que no era lo mío y empecé a buscar opciones que me gustaran y encontrar un camino que fuera mío. Tenía en mente mucho lo de estudiar una carrera “seria”, ya que los oficios creativos tienen dificultad en Chile. Bueno, me di cuenta de que la economía no era lo mío y me encontré con la fotografía. Hice unos cursos y ahí me di cuenta de que era lo que quería estudiar. Y me considero fotógrafa, creadora de imágenes, desde lo documental, lo autoral y lo social. Las cosas que fotografío siempre tienen que ser significativas para mí. Me he dedicado a la parte más social de la foto, que tenga que ver con denunciar ciertas realidades o poner en la mesa temas que usualmente son invisibilizados, a través de mi mirada fotográfica.
Ese interés, ¿lo tuviste siempre? ¿cómo se fue desarrollando?
-Siempre he estado trabajando con organizaciones como el Observatorio contra el acoso callejero, la red de abogadas feministas ABOFEM, y más. Ahora, por ejemplo, trabajo con mujeres privadas de libertad. En el fondo, mi interés es siempre poner al servicio la fotografía al tema documental y social. Siento que mi trabajo como fotógrafa es bueno en la medida de que el tema que esté tratando me importe.
Cuéntame un poco sobre tu premio, Potrait of Humanity, ¿cómo llegaste a esa instancia?
-Como fotógrafa freelance, hay que buscar lugares para exponer tu trabajo. En mi caso, para que la gente conecte con la realidad que estoy mostrando. Despertar un poco cierta sensibilidad, que de eso se trata el arte además, de conectar a través de una obra.
Trabajé y viví dos años en Haití y en ese tiempo aprendí a manejar un poco el idioma. Conocí esa cultura que me encantó, y cuando regresé a Chile comencé a trabajar en este proyecto que presenté. Cuando volví de Haití estaba el boom de inmigración, donde me di cuenta que las condiciones de vida de haitianos y haitianas eran muy precarias, en parte por nuestras políticas migratorias ni una institucionalidad fuerte que esté presente para estas personas. Y la gente que ayuda a los haitianos eran personas de la sociedad civil, ongs, pero era insuficiente.
Ahí comencé a relacionarme con personas que me dieron paso a sus hogares – haitianos recién llegados al país – para ver sus condiciones de vida. Me dio mucha rabia y pena ver que la integración de estos migrantes no estaba sucediendo, sino que estaban siendo vulnerados en sus derechos. Empecé entonces una búsqueda de un lugar donde los haitianos y haitianas fueran bien recibidos. Ahí me encontré con una comunidad de evangélicos, algo ajeno a mí, lo que es un poco irónico, pues hay un interés de evangelizar. Llegué a Santiago y me encontré con una capilla donde habían gran cantidad de haitianos, con chilenos predicando en creóle, y todo para poder llegar con su religión a ellos. Ahí tomé esa foto de esa madre con su hijo, vestidos de domingo, con su mejor ropa. Es triste pensar que en ese lugar encontré una verdadera inclusión, no así en otros lugares.
¿Cómo es el proceso de preparación para un proyecto fotográfico?
-En este caso en particular, fue súper bacán, pues lo comencé en un workshop en el Festival Internacional de Fotografía en Valparaíso, con la pregunta de: a qué distancia miramos la diferencia, justamente en torno a la migración (que era la temática central del FIFV ese año). Partí mi búsqueda a partir de esa premisa, ¿qué mirada le doy yo a la migración? Y lo mío fue desde la integración.
Normalmente mis proyectos son de largo aliento, como tres años, pues es necesario tener el tiempo para tener perspectiva. Con la fotografía tú estás emitiendo una opinión, por lo que quiero emitir una opinión responsable e informada.
Actualmente trabajo con mujeres de pueblos originarios, por ejemplo. Para esto tengo que conversar con ellas, conocerlas, no sacar las fotos y ya, sino que documentar. Siempre hay un proceso de primero identificar y conectar con una temática, después entender la problemática – lo que puede durar años – y después empezar el desarrollo del proyecto fotográfico cuando yo ya tengo un discurso armado y logré entender las complejidades del tema con el que conecté al inicio, lo que es un instinto, algo emocional. Creo que esa es una metodología de trabajo que a mí me ha funcionado muy bien, si bien toma mucho tiempo, pero el resultado es mucho más honesto, conectado y consciente con lo que estoy buscando expresar a través de opiniones responsables.
El Premio Potraits of Humanity, del British Journal of Photography, ¿qué nos puedes contar de ello?
-Ésta es una institución que está desde el inicio de la fotografía, desde 1854 – estando presente en todas las épocas de la fotografía. Ellos hacen una publicación bimensual, y además tienen convocatorias como ésta donde celebran las diferencias y, bueno, uno manda el proyecto con un poco el contexto de la foto y ellos hacen una selección de 200 imágenes, las cuales son seleccionadas para una publicación con fotografías de todas partes del mundo. Acá yo tuve dos fotos finalistas, una que es la que ganó y otra igual relacionada. Los ganadores son 30 autores de imágenes que forman parte de dos exposiciones internacionales que se hacen en Belfast, en agosto, y en la India en noviembre. Llevan entonces tu historia a distintas partes del mundo para que la gente conecte con esa historia. Es algo muy bonito. Y el premio le da, en concreto, visibilidad al proyecto.
Estoy poniendo toda la energía para poder enfocarme en mi carrera de fotógrafa, para mostrar mi trabajo artístico.
Puedes conocer más del trabajo de Fernanda en su página web https://fernandasotomastrantonio.com/