Por: Valentinne Rudolphy

Martín Peñaloza ha emprendido con diversos proyectos. Hasta ahora su acierto más grande ha sido el actual, junto al negocio de comida rápida Fat Kid Burger, una opción de “chatarra” artesanal que nace en la ciudad puerto.

Fue en medio de la pandemia que esta iniciativa surgió, primero como sociedad hasta quedar sólo Martín. En febrero del 2021 se lanzaron con cocina oscura (es decir, sólo cocina con despacho, sin espacio abierto al público ni aún para retiro) y hasta ahora no han hecho más que crecer.

«Por sobre todo, queremos hacer las cosas bien, desde una perspectiva sibarita» aclara el dueño del rosado local ubicado en Lautaro Rosas, en medio de un barrio residencial del Cerro Alegre. Desde acá han generado una propuesta de valor donde más que una hamburguesa, se consume una experiencia, ya que todo está hecho de manera casera por el equipo de cocina que respalda a Martín (con él incluído).

La carta de Fat Kid es simple: tienen una cantidad limitada de opciones para entregar una mejor calidad de sus productos, hamburguesas con opciones vegetarianas y veganas, además de nuggets, papas fritas, postres y cocktails de autor que puedes degustar en su terraza.

Martín me recomienda la «Güerita», que por ejemplo contiene guacamole y tostitos con un toque de jalapeño. Y esa fue su manera de introducir la palta a la carta.

«El concepto de Fat Kid es precisamente pensar la comida como un “niño gordo”, sibarita, amante de la comida y que, como niño, se atreve a mezclar ingredientes», aclara Martín, aludiendo también por ejemplo a su Return of the Mac, que contiene sobre la hamburguesa una porción de macarrones con queso.

La clave, en palabras de su dueño, ha sido ir a pulso, paso a paso. Primero se establecieron sólo con reparto, luego de a poco extendieron el horario, en septiembre abrieron la terraza y así ha ido ganando espacio y recepción positiva. Además de lo gastronómico, combinan con una propuesta estética atractiva para exponer sus creaciones culinarias a través de plataformas digitales, siempre con el rosado que los caracteriza.

«Hay una preocupación por el todo, que sea una experiencia, por eso también implementamos poco a poco el local y nos hemos preocupado de cada detalle aquí para que sea agradable». En Fat Kid la invitación es a disfrutar de rica comida con ingredientes de proveedores locales, con preparaciones en su propia cocina y no productos congelados, que es uno de sus principales valores.

Finalmente, Martín agrega que espera «seguir creciendo, y ojalá abrir el espacio a que se hagan eventos culturales u otras iniciativas para colaborar con otros actores y darnos cada vez más a conocer».

Conoce más de Fat Kid Burgers en sus redes sociales o pàgina web.