¿Hasta dónde llega el nosotros? Es uno de los enunciados que aparece en la web de Invisibles, libro recientemente lanzado por Pablo Reyes y Daniel Fernández. Una mirada analítica a los problemas que se han agudizado a través del movimiento social de octubre 2019 y la actual crisis sanitaria.

Sin duda alguna que en el último año, el país se ha transformado. Pero esta respuesta de la sociedad tenía precedentes. Estos elementos de contexto fueron los que dan el impulso a los autores de publicar: ¿cómo evitar esa olla a presión? ¿Cómo dar el espacio a las voces que han sido invisibilizadas, que no han sido escuchadas?

Interesantes temas que se aborda en este libro, Invisibles, que fue lanzado de manera virtual en las últimas semanas de agosto. Conversamos con Pablo Reyes (Plataforma Aúrea) uno de los autores

 

Quisiera saber, ¿cómo empiezan a armar el libro?

– Nosotros en el 2014 con Daniel escribimos un primer libro, La nueva élite, donde miramos los últimos 50 o 60 años de Chile a la luz cultural evolutiva. Como el proceso de Chile se observa de manera más profunda, sin la típica visión histórica, revisando los conflictos sociales que estábamos viviendo. Calculamos en ese planteamiento que probablemente todo el 2020 iba a estallar.

El 2016, agarramos encuestas que habíamos hecho para mirar a través del mismo enfoque. Observamos que vivíamos en una olla a presión y que eso podría generar un estallido.

Más que poner una mirada diagnóstica, quisimos proponer más una mirada de futuro a la luz de la evolución cultural. Para ver que: bueno, aquí hay algo que dejamos en el camino, que va en la lógica de los Invisibles. Más allá de la gente que sale a manifestarse, tiene que ver con aquellos espacios de la sociedad que no encontraron un espacio institucional para responder a las problemáticas que estaban viviendo.

Vimos algunas pertenencias quebradas en la ciudadanía. Nos planteamos la pregunta de qué estábamos viviendo. Hay que ir al rescate de aquello que está invisibilizado en los espacios institucionales, aquellos que no tienen voz. Pensamos que había que mostrar aquello que iba a estallar, y que las élites no supieron leer ni verlo. Tomar esa fuerza y poder y darle un canal creativo, un canal de expresión, de escucha a las tensiones y generar una nueva pertenencia, que creemos que la Nueva Constitución puede generar herramientas.

 

¿Qué empiezan a extraer en la medida de que fueron revisando las encuestas, investigando?

– Bueno, primero, hemos trabajado con un enfoque cultural de hace 10 años. Tomando esa visión es que hacemos esta publicación.

Vemos 3 grandes fallas del sistema: una tiene que ver con la existencia de una democracia real. No es menor que Chile haya subido en los rankings de democracia post estallido. Debido a las conversaciones en torno a qué país queremos tener, todo lo que se comienza a dar, se abre un canal de participación. 

Lo segundo es relativo a los mercados, pues mucho se habla del problema del libre mercado. El problema es que en Chile hay mercados que funcionan mal, que es un problema de los mercaderes: las colusiones, toma de decisiones con información privilegiada, es decir, malas prácticas dentro de ese espacio. Lo que termina en que las decisiones se terminan tomando en los clubes de golf, más que en un mercado transparente y regulado en cuanto a sus anomalías. 

Finalmente, está lo relativo a la meritocracia. Tiene un lado sano, el poder del individuo para buscar sus resultados, pero estamos en una trampa pues la meritocracia no funciona “bien” si las condiciones de base son demasiado desiguales, lo que pasa en nuestro país. Si no existe una base, con elementos como la educación de calidad, es difícil que después aparezca una meritocracia real. Esas tres grandes problemáticas son clave para el proceso Constituyente que viene. Proponemos una agenda evolutiva para integrar los paradigmas que han entrado en colisión en estos procesos y esa agenda tiene pertenencia, fuerza y poder, logro, solidaridad, para poder generar una cultura más integrada.

 

¿Por qué deciden publicar este libro, Invisibles?

– Queremos proponer cómo abordar la Constitución. Planteamos críticas, vamos viendo qué opciones se abren desde el enfoque cultural.

 

Cuéntame un poco más sobre las encuestas que el 2016 los llevaron tras estas mismas temáticas

– El 2016 tomamos varias encuestas que estaban dando vuelta en ese momento, de otros centros, lo que quedó plasmado en un ensayo que se llama No nos gusta el Chile que habitamos, donde analizamos la data a la luz de la teoría cultural. Habían enunciados como que Chile era uno de los países más felices del mundo dando vueltas en ese tiempo, pero la data no era congruente con eso. Nuestros indicadores han mejorado todos desde la dictadura, claro, pero estamos en un contexto sociocultural distinto. 

Hoy en Chile vivimos el tener una promesa de que debo esforzarme para superarme, pero a través de los movimientos sociales vemos que tenemos una educación deficiente. No son cosas congruentes, entonces se genera una percepción de realidad que no conversa entre los indicadores y la verdad.

 

¿Quiénes son estos “invisibles”?

– Los invisibles de Chile son muchos. Hay muchos sectores que sus voces y tensiones no alcanzan a llegar a la agenda pública y social. Habitamos una especie de alucinación colectiva que tiene que ver con aquello que no vemos y operamos en la que una lógica cotidiana que es más o menos parecida para todos. En octubre, habían carteles de diferentes causas, no eran todas las personas con la misma moción. Pero los movimientos sociales se suman, aunque tengan distinto nivel de profundidad. Tiene que ver precisamente con la inexistencia de canales institucionales que hay voces invisibilizadas, no escuchadas. Por eso cuando a los alcaldes en noviembre se les ocurre levantar una consulta ciudadana, es un hito importante, ya que baja la discusión a las bases.

 

¿Cuál es la importante del nuevo proceso Constituyente que se discute hoy, del que estamos cerca?

– Nosotros vemos que el proceso constitucional puede ser un canal importante para reconocer esas nuevas formas de participación y de voces que no encuentran espacio. También es clave para la elaboración y reconstrucción del Chile que queremos. 

Esto no baja la tensión social, pero se pueden dar respuestas para la ciudadanía. Muchos de quienes están en las manifestaciones no dejarán de marchar después del plebiscito, no podemos prever eso. Pero una Nueva Constitución podría dar nuevas respuestas, permite empezar a experimentar nuevas cosas. Hay que propiciar la participación de la mayor cantidad de voces.

 

¿Cómo ha sido la recepción del libro?

– En general hemos recibido buenas críticas, varias entrevistas en la academia, con universidades. Este libro abre un poco la conversación a una perspectiva o forma de abordar lo que estamos mirando que puede dar ciertas luces a lo que está pasando. 

 

¿Cuál es, a esta luz de la teoría cultural, su visión de lo que sucede hoy con las Industrias Creativas?

– Hoy observamos ciertos giros económicos que están sucediendo a nivel global. Las Ind. Creativas quitan el foco en las grandes industrias y va a lo que las industrias más pequeñas, quienes están reinterpretando sus posibilidades. Esto tiene una gran fuerza detrás, un impulso. A raíz de lo que hablábamos, para el movimiento social las calles se tapizaron, por ejemplo, y eso es la Ind. Creativa que se está manifestando, que ha sido marginalizada y aún no ha encontrado voz. Es un momento para revalorar y reevaluar ese espacio creativo identitario y ponerlo en una lógica de mercado también. Yo trabajo en una empresa B, y parte de esa visión tiene que ver con ocupar el capitalismo al servicio del bien, ocupar el mercado en pos de nuestros desafíos, y en la cultura es lo mismo. Levantemos estas iniciativas culturales y empecemos a darle espacio desde la cual pueden surgir nuevas simbologías para construir un nosotros más amplio del que tenemos ahora.