Fairuz Chahub dirige el Telón de Mil Colores, un colectivo que desde Quillota están democratizando la cultura en la Región de Valparaíso. Desde hace tres años que están formalmente en funcionamiento, con un equipo base de cuatro mujeres que buscan abrir espacios que no habían sido tomados en cuenta.

En conversación telefónica con Fairuz, quien contesta entusiasta al hablar de la iniciativa que lidera – comenta que todo empezó como parte de un programa de rehabilitación de personas con esquizofrenia. Dentro de este contexto, se le ocurrió que sería interesante incorporar actividades artísticas como una línea más de trabajo con estas personas. 

“Quería quitar el estigma que se tiene de las personas con esquizofrenia. Queríamos darle a ellos, los participantes, el rol de artistas, hacer montajes de calidad y encuentros y festivales, transformarnos en una compañía de teatro”, cuenta Fairuz.

Fue trabajando en este contexto que junto al equipo, identificaron la falta de espacios culturales inclusivos – o como a ella le gusta mencionar, diversos – para personas con otras capacidades. Las dificultades que existían para ver una obra, o ser parte de una banda, lo que fuese. La cultura no es sólo para algunos, por lo que “nos pareció importante democratizar la cultura para construir comunidad, y generar un nosotros y no los otros”. 

Vivimos llenos de separaciones, y nosotras queremos construir puentes donde hay muros”, afirma.

 

¿Cuál es el impulso que moviliza este proyecto?

– Todo lo que nos separa, queremos reemplazarlo por un puente, para poder encontrarnos y dialogar. Y eso, a través del derecho al ocio y la cultura, que debería ser democrático pero es muy elitista. Lo reducimos a ciertos espacios y para algunas personas. 

 

¿Quiénes participan o pueden participar del Telón?

– Abrimos este colectivo de actores con esquizofrenia a quienes quisieran sumarse. Hay personas diversas, con capacidades diferentes, y nos importa llegar a ellos. Sordas, extranjeros, hombres, niños, por decir ejemplo de quienes integran nuestro colectivo

 

¿Cómo funcionan, en estos tres años cómo ha sido ese camino?

– Bueno, el día a día nos va mostrando el camino. Vamos viendo qué necesidad hay y cómo suplirla. Por ejemplo, necesitábamos a alguien que tradujera en lengua de señas para nuestras funciones, lo que nos llevó a promover y enseñar a través de cursos a lengua de señas, además de tener un intérprete.

Cada paso es según cómo queremos ir llegando a la gente y siempre diversificando los formatos, para que más personas puedan llegar a nosotros.

 

¿Qué es el Telón de Mil Colores?

– Nosotras hacemos y creemos en la comunidad, arte, cultura, identidad y patrimonio. Trabajamos lo que se ha marginado de nuestra sociedad, por decirlo de algún modo. Partimos haciendo teatro con personas con esquizofrenia, y fuimos integrando gente, pues queremos acomodar nuestras actividades para todo público, apelando a la accesibilidad. Todo lo que pudiera ser distinto, lo juntamos y pretendemos llevar la cultura a espacios poco tradicionales y renovar tanto audiencias como actores de las artes y culturas. 

 

¿Cuáles son sus actividades además del teatro?

– Tenemos diferentes líneas.Nuestros haceres son teatro comunitario, trabajo con pueblos originarios, celebramos el Año Nuevo Mapuche. Hacemos mediación lectora con cuenta cuentos y susurradores, talleres de apreciación musical, plazas de bolsillos., conciertos, itinerancia. Hasta tangoterapia, por mencionar algunas de nuestras actividades.

 

Todo es muy físico y requiere de presencialidad, ¿cómo han llevado eso durante este 2020?

– En este momento, buscamos nuevas modalidades para este trabajo tan directo de persona a persona que se ha visto afectado por la cuarentena. Pero por ejemplo, hicimos una muestra fotográfica virtual. Estamos pensando en cómo avanzar, pues el no poder juntarnos nos ha afectado.

 

¿Son 4 personas en el equipo, pero hay mucha gente más trabajando con ustedes?

– Para cada actividad tenemos un equipo de colaboradores, como el director de orquesta Daniel Nehuil, quien es el Director de Orquesta de la U. Católica de Santiago y colabora con nosotras. Para cada instancia tenemos un equipo de colaboradores con quienes hacemos la familia de los teloneros.. Afortunadamente todos compartimos la misma visión de cultura detrás del proyecto.

 

¿Cuál es su propósito?

– Buscamos públicos que han estado privados de algunas formas de cultura y generamos los espacios para poder adaptar metodologías y trabajar con la diversidad. Buscamos personas con diversidad funcional, cognitiva, movilidad reducida, pues nos parece que lo que embellece el mundo es poder abrirnos y queremos a quienes tengan ganas de participar, no seleccionar. 

 

¿De qué manera financian su quehacer?

– Nos cuesta mucho, porque no tenemos financiamiento formal. Hemos presentado proyectos, pero no siempre resultan como una quiere. Pero nos esforzamos en buscar las puertas que se abren. Además de los fondos, nos financiamos a través de donaciones culturales, lo que nos permite cubrir parte de los gastos. Por otra parte, hemos logrado conseguir auspicios importantes, de gente que nos apoya constantemente.

La Municipalidad de Quillota siempre ha estado comprometida con nosotras y ha sido generosa, para poder realizar alianza con ellos. También así con el Palacio Rioja, el Centro Cultural acá, el Teatro Municipal de Quilpué, entre otros. Pero el grueso de nuestro financiamiento es gracias a convenios de responsabilidad social empresarial, y al Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio. Ellos por ejemplo permitieron nuestras actividades de verano, donde fuimos a Hijuelas y Ocoa, San Felipe y Petorca, a través de incluirnos en su parrilla de verano sobre el fortalecimiento de la identidad cultural local.

 

¿Qué novedades puedes contarnos?

– Destacar que somos puras mujeres en el equipo gestor, pero es algo que sólo sucedió así. Eso nos ha visibilizado en algunos espacios, por una parte. Actualmente estamos tratando de publicar un libro con la leyenda del Pehuén, unas historias de amor del sol y la luna, y también la historia de amor del copihue que nos gustaría tener en braile, negrita (nuestro abecedario) y más. Revisando nuestras posibilidades.

Nuestro gran tema es que hacemos todo presencial, por lo que estuvimos paradas como dos meses. No te voy a mentir. Pero nos pusimos de pie. El sector de la cultura y turismo, que nos compete, ha estado en crisis. La cultura, a la vez, sostiene un poco a las personas durante la pandemia. Nos lleva a nuestro mismo propósito: la cultura es un derecho humano esencial. Nos enseña a pensar y reflexionar, te encuentra, democratiza y construye sociedades. Pero aún hay grandes brechas que nos hacen pensar que es todo de museo o teatros.